Por P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC.

Antoine de Exupéry, acuñó una frase que podríamos decir enriquece  el patrimonio cultural de la humanidad: ‘Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible para los ojos’; la imagen del zorro es como la encarnación de la astucia del filósofo, quien enseña al Principito a contemplar la realidad, más allá del simple ver con los ojos físicos; y así es.

El Papa Francisco, de feliz memoria, nos invita en esta ‘sociedad líquida’, -analizada por sociólogo polaco Zygmunt Bauman, a ‘hablar nuevamente del corazón’, ya que vivimos dominados por los ritmos y ruidos de la tecnología, sin los procesos que requiere la interioridad (cf Dilexit nos, 9).

La dimensión del corazón, la podemos entender como el núcleo de nuestra identidad personal, que abarca el fondo más sincero de nuestro yo, de nuestra conciencia, capaz de expresar la ‘inteligencia sentiente’ de Zubiri, como el centro de nuestra interioridad.

El relato del ‘Buen Samaritano’ (cf Lc 10, 25-37) nos ilustra para ser prójimos de toda persona necesitada de un corazón compasivo y misericordioso, ya que ‘el programa cristiano aprendido de la enseñanza de Jesús, es un corazón que ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia’, ‘ya que la lógica de Cristo es la caridad’ porque Dios es Amor (Deus Cáritas est, 31).

Esta parábola del Buen Samaritano es la encarnación del mismo Jesús, como Camino, Verdad y Vida, como la Luz que luce en las tinieblas.

Si el Logos-Jesús es el arquetipo de todos los seres, somos su imagen (cf Hans Urs von Balthasar), llevamos su orientación esencial, en el nivel de personas y de personas elevadas por la gracia y el Espíritu Santo, a nivel divino.

Por eso no podemos quedarnos en un legalismo frío, distante de la persona herida y necesitada.

Hoy la humanidad semeja un campo de heridos por bandoleros y criminales, por mentirosos deudos de ideologías malsanas, de individualismos devotos encerrados y protegidos en su caparazón de mediocridades religiosas.

El tema del amor al prójimo, al más cercano, según la vida y las circunstancias que lo acercan  a nosotros, es tema imprescindible de nuestra vida diaria, tan es así que ‘el Amor a Jesús, es amor al hermano (cf Karl Rahner).

Ante la disolución de las existencias por los egoísmos justificadores y evasores, está el proyecto, la enseñanza y el testimonio de Jesús, quien entregó la vida por todos.

Nuestro gran reto es practicar las obras de misericordia de Jesús, el Buen Samaritano.

 


 

Por favor, síguenos y comparte: