Conversación con el padre Alfonso Tapia Duarte, biblista. Primera de dos partes.

Por Gilberto Hernández García

El padre Alfonso Tapia es sacerdote de la diócesis de Texcoco, con treinta años de ministerio. Especialista en Sagrada Escritura,  con estudios hechos en Roma y en Jerusalén. Actualmente es el vicerrector de la Residencia de alumnos de la Universidad Pontificia de México (UPM); profesor de la misma UPM, de la Universidad Intercontinental (UIC)  y en el seminario de Texcoco.

Hablamos de la riqueza que entraña la Biblia parta todos los creyentes; además de el valor que tienen las Sagradas Escrituras para animar la vida de la Iglesia y del hombre y la mujer contemporáneos.

 ¿Qué tan significativa es la Biblia para el pueblo?

Para las personas que se acercan a las parroquias con el deseo de conocer realmente la Palabra de Dios, ella significa una luz para la vida, orientación, fuerza, ánimo, consuelo; es una experiencia tanto personal como comunitaria.  Quien no había tenido esa oportunidad de encuentro se sorprende de la grande riqueza que contiene la Biblia para su vida personal, familiar, laboral.

Para la Iglesia es, por tanto, una grande oportunidad para aprovechar este deseo, esta sed que tiene la gente; sólo que hay que saber compartirlo, porque de los contrario, cuando no  se explica y no llega a la vida, la gente se retira.

¿Qué percepción tiene la gente respecto la Biblia?

Hay diversas apreciaciones: por un lado, hay quienes dicen que la Biblia es un poco difícil, sobre todo el Antiguo Testamento, puesto que ahí hay una larguísima historia, hay grandes acontecimientos, lugares geográficos, datos que si la persona no tiene un buen trasfondo de conocimientos históricos, se le hace difícil.

También hay personas que  debido a su misma preparación leen la Biblia con mucho gusto y le encuentran sentido a lo que está ahí expresado. Hay quien no lleva prisa en leer, sino que se da el tiempo para leer y comprender. Hay otras que por su constancia y perseverancia ya no pueden vivir sin la lectura de la Palabra de Dios, que se usa para la oración o para orientar la vida.

Para los pastores el reto estriba en saber dosificar, dar buenas pistas de lectura y de interpretación, sabiendo que la clave de toda interpretación es la persona de Cristo Jesús.

La Biblia, se dice, es el libro más leído, ¿qué tipos de acercamientos a las Escrituras constata usted en la gente? ¿Qué interés le sigue?

El motivo fundamental es encontrar luz para la vida, orientación para algunos problemas. Hay quien la busca tal cual, como alimento espiritual,  porque lo que hay en las Sagradas Escrituras no lo encuentran en otro tipo de literatura. Saben que como Palabra viva, la Biblia comunica vida. Hay quien la busca, por ejemplo en los salmos, para encontrar consuelo, paz, bálsamo para sus diversos problemas.

Sin embargo también hay quienes buscan en la Biblia argumentos y cuestiones de talante  esotérico o con afanes sensacionalistas…

Son personas que no tienen una formación básica en sagradas escrituras y que buscan alguna doctrina de tipo esotérico, de corte gnóstico. En primer lugar habrá que respetar a cada persona y habría que ver cuál es su motivación más profunda, más sincera, y si hay una disposición de ellos, podrían encontrar a algún sacerdote o laico para entablar un diálogo, de tal manera que no conviertan en este caso la Biblia en un libro esotérico, sino como lo que realmente es: un testimonio de la Revelación de Dios a lo largo de la historia y que contiene verdades que sirven para la salvación de los hombres.

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