Por Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de Las Casas |

Celebro con toda la sociedad chiapaneca el acuerdo logrado entre los maestros y las autoridades de gobierno, para reiniciar clases este lunes 25 de noviembre. Es importante, por una parte, proteger los derechos laborales de los profesores, y por otra no perjudicar a los niños dejándolos sin clases, pues la educación es la base de su desarrollo integral. Ahora es necesario ver la forma de recuperar las horas-clase que no se han impartido. El diálogo será siempre el camino para solucionar los conflictos, sin afectar a los ciudadanos que nada pueden hacer en la solución de los recurrentes problemas sociales, pues la justicia social implica respetar y defender a toda la sociedad, y no sólo a un sector de la misma.

El artículo tercero constitucional garantiza que la educación pública será gratuita; por tanto, no son los padres de familia quienes habrían de asumir la responsabilidad de dar mantenimiento a las instalaciones educativas, sino que esto es obligación del gobierno, pues para ello recauda nuestros impuestos.

Los padres de familia tienen derecho a una mayor gestión en la educación, como dice la reforma, pero esa gestión no se puede reducir a solicitar recursos e implementos ante los tres niveles de gobierno, sino que debería incluir el derecho de revisar y mejorar los contenidos de los libros de texto, pues ellos son los primeros responsables de la educación de sus hijos. El Estado, las iglesias y las instituciones políticas no son dueños de la educación, sino que son sólo apoyos a los padres de familia; por tanto, no deben imponer  arbitrariamente un estilo educativo sin tomar en cuenta a los padres de familia. Si éstos dejan la educación en manos de las escuelas, públicas y privadas, y no asumen su primera y propia responsabilidad de educar integralmente a los hijos, están renunciando a una de sus primeras obligaciones, que es la formación de sus hijos.

Los obispos de México ofrecimos hace poco unas reflexiones y orientaciones sobre la educación, tituladas EDUCAR PARA UNA NUEVA SOCIEDAD. Hacemos diez propuestas:

1. Recuperar la centralidad de la persona.

2. Asegurar una educación integral y de calidad para todos.

3. Educar en la verdad y en la libertad para promover la paz.

4. Reconocer el papel fundamental de la familia.

5. Hacer de toda instancia eclesial y de toda acción pastoral un servicio educativo.

6. Lograr que la escuela y los maestros encuentren caminos para el cumplimiento de su misión.

7. Propiciar que los medios de comunicación sean medios y no fines.

8. Promover la colaboración de gobierno y sociedad para una nueva acción educativa.

9. Formar a los formadores.

10. Mirar a Cristo y a María como sentido y plenitud del proyecto educativo de la Iglesia.

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