Por Gilberto Hernández García |

En la época contemporánea «se quiere relegar la religión a un hecho privado para que no influya en el desarrollo de la vida social, política y cultural de la nación»; señaló monseñor Rino Fisichella, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, en la conferencia «La Iglesia en los espacios públicos de hoy», que dictó este 13 de noviembre en la Universidad Pontificia de México.

Monseñor Fisichella señaló que la Iglesia tiene una responsabilidad en este momento de la historia, ante el gran desafío entre cristianismo y paganismo. Haciendo un paralelo entre la situación de la Iglesia del siglo IV, señaló que hoy no se pide a los cristianos reconocer la sacralidad de ningún Estado; en cambio lo que se quiere es relegar la fe a la intimidad, sin repercusiones en la vida social, lo que constituye un hecho inaceptable.

Si se permite esa situación, señaló el prelado, «se terminaría por confinar el compromiso en el mundo al interno de una esquizofrenia que debilitaría tanto la fe como el empeño en la sociedad, debido a una falta de relación recíproca que debería hacer que la fe se encarnase y que el compromiso por la transformación del mundo esté enfocado al verdadero progreso de toda persona y al bien de todos».

La realidad y el problema ético de fondo

«El problema que estamos llamados a afrontar hoy en los diversos ámbitos de la vida pública, política, social, cultural y religiosa, aparece siempre más como un problema ético. Es sobre este punto que se define el desafío del futuro y en lo que los cristianos estamos llamados a tomar una posición clara y dialógica», aseveró el arzobispo.

Rino Fisichella abundó en el tema diciendo que La cuestión ética no se limita a «una simple forma de coherencia personal en aquellos que revisten cargos públicos»; sino que  indica el concepto mismo de vida y aclara también los vínculos que relacionan la ciencia y la técnica con los principios que están a la base de una ciencia genuina y de una tecnología al servicio del hombre».

Así las cosas, es promoción y defensa de la vida, siempre; desde su inicio hasta su final, según aquella norma que la naturaleza lleva impresa en sí misma y cuyo cumplimiento constituye la realización y la plenitud de toda persona; porque «implica que la búsqueda de la felicidad, a la cual cada uno está llamado».

Dar razón de la fe y ser testigos de ella

El Presidente del dicasterio para la Nueva Evangelización, enfatizó: «Los cristianos no viven con estrabismo respecto a la fe y a la razón […] Estamos convencidos que una fe digna de este nombre, debe confrontarse necesariamente con la razón y, juntos, llegar a confluir en una solución positiva. “Todo el que cree, piensa; piensa creyendo y cree pensando. Porque la fe, si no se piensa, es nada”». Además señaló que los católicos debemos ser capaces de repensar las razones de la fe que nos hace responsables en la sociedad. «Es una tarea que no puede ser postergada ni delegada exclusivamente al aula académica».

Expresó que los católicos no tenemos la potencia de los instrumentos que deciden las orientaciones culturales; «pero tenemos la simplicidad de la fe que se expresa mediante el testimonio». Y citó palabras de Pablo VI: «El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros y si escuchan a los maestros, es porque son testigos».

Rino Fisichella señaló que «el hecho que nos encontremos en la conclusión de una época que, para bien o para mal, ha marcado nuestra historia durante al menos seis siglos, obliga a tomar en seria consideración la novedad que se avizora en el horizonte. Todavía no sabemos con certeza de qué cosa se trata»; sin embargo, indicó, es importante que en un momento de transición como este, «la Iglesia sienta la responsabilidad de encargarse de transmitir un patrimonio vivo de cultura y de valiosos contenidos que no pueden caer en el olvido».

«Creer, amar y esperar son realidades que compartimos con toda la humanidad. Sin esta triple dimensión vendría a menos la posibilidad para el hombre de comprenderse a sí mismo, al interno de lo creado. Y sin embargo, es justamente esta tríada la que puede convertirse en el presupuesto para comunicar de manera fecunda y eficaz la novedad del cristianismo», concluyó.

 

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