Por Carlos GARFIAS MERLOS, Arzobispo de Acapulco |
En los últimos días, con profunda tristeza, hemos sabido de la lamentable situación que se vive en el municipio de Chilapa. La denuncia por la desaparición de más de 30 personas y los reportes que han hecho los ciudadanos sobre diversas situaciones de violencia, es un reflejo de cómo está siendo vulnerada la sociedad y cómo está expuesta al sufrimiento.
Es evidente la inseguridad y el temor al que están expuestos los habitantes de esa comunidad; el silencio en sus calles, el miedo a salir y la zozobra en la que viven los pobladores se ha dado a conocer una y otra vez en los medios de comunicación.
De acuerdo a los propios habitantes, el enfrentamiento y la incursión de grupos del crimen organizado también son problemas a los que se enfrentan de manera cotidiana en la comunidad. Mucho se ha comentado también sobre la necesidad de que las autoridades implementen un plan especial para brindar seguridad a los ciudadanos.
Solidarios con nuestro pueblo manifestamos nuestra preocupación ante esta situación; y desde aquí nos pronunciamos una vez más en contra de la violencia y en contra de cualquier situación que atente o lacere la dignidad humana. Exhorto a las autoridades –de todos los niveles- a que pongan en marcha las acciones necesarias para garantizar la tranquilidad de las familias que ahí habitan. Asimismo solicitamos que se redoblen los esfuerzos para tener información en relación a las personas que se encuentran en calidad de desaparecidas y que conozcamos los resultados de las investigaciones correspondientes.
Seguiremos insistiendo en que no es justo para nadie que se sigan generando estos hechos violentos. En Guerrero requerimos un clima de paz y tranquilidad.