En su mensaje por fin de año e incio de uno nuevo, el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, ha invitado a no perder de vista el imperativo de construir la paz cotidianamente, abrir el corazón a los migrantes y a fomar la conciencia política frente a las próximas elecciones federales en México; además de ser creativos en el acompañameiento de los jóvenes durante el Año de la juventud, al que han convocado los obispos de México.

Aquí algunas de sus reflexiones:

1. LI JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 2018.

Iniciamos el 2018 celebrando la LI Jornada Mundial de la Paz, en la que el Papa Francisco nos invita a reflexionar sobre el tema: “Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz”.

La paz, que los ángeles anunciaron a los pastores en la noche de Navidad, es una aspiración profunda de todas las personas y de todos los pueblos, especialmente de aquellos que más sufren por su ausencia, me refiero a los hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos que buscan un lugar donde vivir en paz. Para encontrar ese lugar muchos de ellos están dispuestos a arriesgar sus vidas a través de un viaje que, en la mayoría de los casos, es largo y peligroso; están dispuestos a soportar el cansancio y el sufrimiento, a afrontar las alambradas y los muros que se alzan para alejarlos de su destino.

El Papa nos invita a acoger al otro, lo que exige un compromiso concreto, una cadena de ayuda y de generosidad, una atención vigilante y comprensiva. Comprometámonos como Iglesia a ayudar a los gobernantes para que sepan acoger, promover, proteger e integrar, estableciendo medidas prácticas que, «respetando el recto orden de los valores, ofrezcan al ciudadano la prosperidad material y al mismo tiempo los bienes del espíritu».

Estoy convencido que las personas migran por muchas razones, ante todo por «el anhelo de una vida mejor, a lo que se une en muchas ocasiones el deseo de querer dejar atrás la “desesperación” de un futuro imposible de construir». Se ponen en camino para reunirse con sus familias, para encontrar mejores oportunidades de trabajo o de educación: quien no puede disfrutar de estos derechos, no puede vivir en paz.

Tengamos una mirada de fe, capaz de reconocer que todos, “tanto emigrantes como poblaciones locales que los acogen, forman parte de una sola familia, y todos tienen el mismo derecho a gozar de los bienes de la tierra, cuya destinación es universal”, como enseña la doctrina social de la Iglesia. Aquí encuentran fundamento la solidaridad y el compartir.

Atendamos las cuatro acciones que nos propone el Papa para lograr la paz que buscan los migrantes y refugiados:

  • «Acoger»: ampliar las posibilidades de entrada legal, no expulsar a los desplazados y a los inmigrantes a lugares donde les espera la persecución y la violencia, y equilibrar la preocupación por la seguridad nacional con la protección de los derechos humanos fundamentales.
  • «Proteger»: el deber de reconocer y de garantizar la dignidad inviolable de los que huyen de un peligro real en busca de asilo y seguridad, evitando su explotación.
  • «Promover»: apoyar el desarrollo humano integral de los migrantes y refugiados.
  • «Integrar»: que los refugiados y los migrantes participen plenamente en la vida de la sociedad que les acoge, en una dinámica de enriquecimiento mutuo y de colaboración fecunda, promoviendo el desarrollo humano integral de las comunidades locales.

Como Pastor de esta querida Arquidiócesis de Morelia, ofrezco la paz para cada hombre, mujer, niño y niña, a la vez que rezo para que la imagen y semejanza de Dios en cada persona nos permita reconocernos unos a otros como dones sagrados dotados de una inmensa dignidad.

2. JORNADA ELECTORAL.

El año 2018 es tiempo de elecciones en el país, de intensas campañas políticas por lo que desde el inicio es oportuno reflexionar y tomar conciencia de nuestra responsabilidad para elegir y hacer un discernimiento como cristianos en la participación activa en la política. Tengamos muy presente que este 2018 es tiempo de formar conciencias, ser abogados de la justicia y de la verdad y educar en las virtudes individuales y políticas.

Cultivemos con magnanimidad y lealtad el amor a la patria, pero sin privación de espíritu, de suerte que miremos siempre por el bien de toda la familia humana, que une con toda clase de vínculos las razas y los pueblos. Los cristianos estamos llamados a asumir nuestra conciencia de la vocación particular y propia que se realiza en la comunidad política; en virtud de esta vocación tenemos obligación de dar ejemplo de participación y compromiso ciudadano, de sentido de responsabilidad y de servicio al bien común.

3. AÑO DE LA JUVENTUD.

Con mucha esperanza el 2018 es el Año de la Juventud, como tiempo propicio para que los jóvenes se preparen y caminen hacia el Sínodo de los Obispos convocado por el Papa Francisco para octubre y que estará dedicado al tema: “Los Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.

No permanezcamos ajenos ante las luces y sombras que se viven en el mundo juvenil, por esta razón queremos profundizar en las necesidades de nuestra juventud, mediante un programa de reflexión y acción que aliente el protagonismo del joven en la misión de la Iglesia, en la transformación del mundo y de sus espacios vitales y comunitarios.

En este año descubramos las cualidades y talentos de las nuevas generaciones: su riqueza, su esperanza, su dignidad. Que el Sínodo de los obispos nos permita aportar en este momento particular de la historia para encontrar los mejores métodos para anunciar a los jóvenes la alegría del Evangelio, que nos alcanza vida en plenitud.

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