PASOS PARA EL PERDÓN Y LA RECONCILIACIÓN | Por Leonel NARVÁEZ GÓMEZ | Fundación para la reconciliación |  Décimo paso: Celebramos la reconciliación |

 

Estabamos felices por los cambios que realizados en nuestras vidas. Salimos al parque, celebramos y danzamos invitando a los transeúntes a unirse a nuestra alegría. Ahora comprendíamos que los recuerdos amables estimulan la confianza y promueven la emulación; también, que los recuerdos ingratos, no asimilados, no procesados, estimulan la ira y la venganza” (Relato de uno de los participantes de las Escuelas de Perdón y Reconciliación -ES.PE.RE- en un Barrio de Bogotá al terminar el camino de 10 10 pasos).

En esta décima y última estación, los participantes se reúnen en su pequeño grupo para intercambiar los giros narrativos que han lograr realizar en el proceso y celebran la experiencia del taller ofreciendo a sus compañeros un gesto simbólico de reparación. En este paso se propone la memoria nueva como proyecto de vida, como forma de trascender el recuerdo para reactualizar los hechos, volcándose dinámicamente sobre ellos con capacidad regeneradora y creativa. Es una nueva versión en la que pasividad de la víctima en el momento de la ofensa ahora se hace memoria en acción.

Las gentes del mundo normalmente hacen celebración de la memoria grata, recuerdo de acontecimientos que han ayudado a las personas y a los grupos humanos a realizar giros narrativos que les transforman la vida: los 15 años, el matrimonio, el día de la independencia, la firma de la paz o el fin de una guerra.

Entendidos el perdón y la reconciliación como ejercicios transformadores de memoria ingrata en memoria grata y como expresiones de la más refinada cultura política-ciudadana es necesario anunciar en lo público la cultura de la restauración. Ello normalmente se hace con rituales que conllevan acciones de pacto-compromiso. Los rituales son poderosos ejercicios de transición del caos a la armonía porque evocan el arquetipo del orden original, temas particularmente sensibles a quienes han estado sometidos a la desarmonía y desorden de la violencia y del dolor. Si a ello se le agrega el canto, la danza y la simbología, la celebración se convierte en un ejercicio festivo de lanzamiento a futuros nuevos.

La memoria inaugura entonces lenguajes nuevos en el que los pactos interpersonales o grupales anuncian relaciones nuevas en condiciones de dignidad.  Por eso, el ejercicio de la democracia y el gobierno pacífico de la ciudad, se hace posible en el marco de nuevos pactos y sus respectivas celebraciones. Por eso, los carnavales  expresan la memoria colectiva de esas armonías sociales en las que todos estamos invitados a celebrar. Por eso, celebrar es trascender.

En este paso 10, los participantes en las ES.PE.RE restauran, todos juntos, la vasija de barro que se rompió en el paso 6, la restauran, la pintan y la tratan de dejar lo más parecida posible a cuando era nueva. Al terminar, expresan la alegría del logro con la tradicional danza del Shalom o cualquier otra expresión cultural del lugar. En muchos lugares brindan con alguna bebida e incluso se sientan a comer juntos como la expresión más humana de la fiesta e invitan a sus guías espirituales en actos ecuménicos e interculturales, a presidir los encuentros de cierre.

En otros lugares, los grupos sienten la necesidad de desfilar festivamente por las calles del barrio con pancartas y tambores anunciando mensajes sobre los impactos del perdón y la reconciliación en sus vidas personales y comunitarias.

 

 

 

 

 

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