P. Filiberto Cruz Reyes

En la Exhortación Apostólica Alégrense y regocíjense, el Papa Francisco nos pide tomar conciencia que somos parte de un pueblo, de una nación; este sentido de pertenencia nos da una identidad, pues «no existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Por eso nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo». (n. 6).

El político que no se siente identificado con su pueblo, siendo parte de él, tarde o temprano termina despreciándolo y poniéndole precio no sólo a las cosas, sino al hermano mismo. ¿Acaso no resuenan vigentes las palabras de Herodes que dijo a aquella joven que había bailado para él y sus convidados, al quedar fascinado por su baile: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino»? (Mc 6, 22-23). No, los políticos no son dueños del pueblo, por eso Francisco expresa terminantemente: «¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales» (n. 14).

El Papa es consciente de que no hay recetas para vivir el Evangelio y la política; sin embargo, también está convencido que «cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio» (n. 19), por eso los santos nos inspiran y ayudan a descubrir nuestra propia misión en la vida y en la sociedad, en el buscar el bien común a pesar de nuestras limitaciones y caídas, por lo que nos da un sabio consejo: «tu identificación con Cristo y sus deseos implica el empeño por construir, con Él, ese reino de amor, justicia y paz para todos» (n. 25).

También nos hace una advertencia muy práctica: «una tarea movida por la ansiedad, el orgullo, la necesidad de aparecer y de dominar, ciertamente no será santificadora» (n. 28); es decir, son estas actitudes incompatibles en la vida de un político que se diga católico. Podríamos intentar resumir esta parte del documento diciendo que si no nos hace libres, no es verdadera política.

 

Publicado en la edición impresa de El Observador 20 de mayo de 2018 No. 1193

 

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