Por Sergio Ibarra
«Todas estas universas e infinitas gentes a todo genero crió Dios los más simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas, fidelísimas a sus señores naturales e a los cristianos a quien sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas e quietas, sin rencillas ni bollicios, no rijosos, no querulosos, sin rancores, sin odios, sin desear venganzas, que hay en el mundo» Fray Bartolomé de las Casas
Llega a las Indias en 1502. Bajo la orden de Diego Velázquez combate contra los indios. Ordenado sacerdote en 1506 y en 1538 como dominico, de donde surge el concepto que el mismo promueve de «fraile», de ahí que los dominicos hasta la fecha suelan autodenominarse «fray». Obispo en la Nueva España de 1544 a 1547 en Chiapas, en 1552 publicó la obra que sintetiza su sabiduría y su jornada en este mundo, analizada y referencia para cientos de católicos y no católicos hasta la fecha: Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias.
Es muy probable que a fray Bartolomé le haya sucedido algo semejante a lo que le pasó a san Pablo, que de cobrador de impuestos el uno y de comendador el otro, se convirtieron en evangelizadores ejemplares, ejemplos vitales, no como un señor que pretende escribir una nueva historia con su solo ejemplo (si lo fuera, ya le hubiese notado). Para ponerlo en términos coloquiales, en algún momento «les cayó el veinte». Al fraile la fe le alumbró el camino y dedicó su vida a denunciar los abusos incontables en número y en agravio que los conquistadores cometieron. Lo grave es que los que lo siguieron no lo leyeron o no lo tomaron en serio o lo consideraron y consideran un amarillista.
Fue un pionero en lo que se refiere a los derechos humanos, un asunto que 500 años después de la lucha que encarnó este fraile en contra de quienes conquistaron y encabezaron los primeros gobiernos sobre las Indias, seguimos sin resolver, con actos como los que suceden en USA contra migrantes paisanos. Lejos de haberlo resuelto, observamos cómo se satura de comisiones y de comités a los gobiernos federales, estatales y municipales, en lo que se refiere a la justicia y a la seguridad, que a la mera hora de poco o nada sirven, cuando de veras se trata de defender la vida, la dignidad y el alma de quienes viven en condiciones de marginación.
De estas palabras citadas de fray Bartolomé sobresale «sin desear venganzas». ¿Cuánto de lo que inspira a la Comisión Nacional de Derechos Humanos tiene más que ver con venganzas, que con justicia? Durante los 11 años y medio que lleva la guerra contra la delincuencia organizada la institución más demandada por esta Comisión es la de las fuerzas armadas.
No se necesitan comités, ni comisiones, se necesitan líderes comprometidos, que se la partan, que inspiren no con discursitos sino con hechos, las transformaciones; que con leyes y sin ellas hagan de esta Patria nuestra un lugar en donde la dignidad deje de ser un lujo.
Tema de la semana: El protector de los naturales podría ser santo
Publicado en la edición impresa de El Observador del 29 de julio de 2018 No. 1203