El mundo no puede ser un caos total, las malas noticias no deben dominar sobre lo bondadoso, bello, e incluso artístico; expertos aseguran que dentro de lo feo existe lo hermoso, un reto para las nuevas generaciones que consideran el mundo como una falta de oportunidades, agresión y violencia
Por Mary Velázquez Dorantes
Observar con detenimiento la existencia humana permite desarrollar la llamada inteligencia estética, misma que ayuda a detectar lo hermoso en la vida cotidiana. Por algún instante has observado el cielo estrellado, el pequeño ecosistema que existe dentro de una planta, o las bondades que rodean a un ser humano. Si te has detenido a aguzar los sentidos sobre todo lo bello que existe, estás generando una nueva inteligencia.
Se trata de encontrar en los instantes puntos sublimes, mismos que ayudan al ser humano a superar las tragedias por las que pasa. Los filósofos sociales afirman que la belleza no tiene límites, los psicólogos señalan que la mente se repone ante factores de belleza y los sociólogos manifiestan que la vida social es sublime ante la mayoría del caos.
ALIMENTANDO LA PERCEPCIÓN
La inteligencia estética no se encuentra en lo exótico o divergente, es aquella que se descubre en el mundo cotidiano. Puede ser a través de una pieza musical, una obra de arte, una puesta de sol, una tarde de lluvia o quizás mientras se cocina o se realizan las tareas del hogar. Cuando se afina la mente para entender los entornos y las circunstancias, las personas se vuelven más flexibles, se puede aprender con mayor agudeza, los sentidos se afinan y la percepción se optimiza. Cuando se percibe lo bello la autoestima mejora y el proceso vital de una persona está más lleno de momentos de calma y tranquilidad.
La realidad está rodeada de momentos y escenarios bellos. Es cuestión de percepción y actitud para contemplarlos. Cuando se alimenta la inteligencia estética se alimenta el espíritu, resurgen momentos de inspiración e incluso la intuición se vuelve más aguda.
La ciencia afirma que las neuronas se pueden regenerar cuando se aprecia la belleza de una obra de arte. Además, se detona el proceso creativo que evita las visiones reduccionistas de la realidad.
LA CIENCIA DE LO BELLO
El proceso estético es una mirada personal; cada ser humano asume qué es bello y qué no lo es. Sin embargo, para vivir la experiencia de la belleza, el cerebro humano se coloca en sintonía sobre situaciones de alerta o sensaciones de miedo. Las personas se vuelven más confiables ante atmósferas de belleza. Se ha demostrado que una persona que aprecia lo estético en la vida cotidiana experimenta los mismos cambios del enamoramiento; por lo tanto, el principio básico de la estética desata una apertura perceptual y emocional más equilibrada.
La neurociencia asevera que ante una buena película o un momento de calma entre la naturaleza activa las zonas placenteras del cerebro reducen los estados de violencia y agresión. El cerebro es capaz de distinguir las experiencias bellas y las feas; no se trata de reglas de genialidad sino del goce de la vida. Bordar o arreglar una pieza de un auto se puede convertir en una experiencia de inteligencia estética. Tales acciones pueden combatir la depresión o los momentos desagradables de un día normal.
ACTIVA TU INTELIGENCIA ESTÉTICA
Todos los seres humanos, a cualquier edad son capaces de activar su inteligencia estética, No se requiere de grandes paisajes o de grandes talentos, se trata de un momento en calma donde se aprecie lo verdaderamente bello de la vida. Aquí te dejamos algunas propuestas que pueden activar el proceso de la inteligencia estética:
▶ Utiliza juegos de mesa en familia.
▶ Inscríbete a un taller donde desarrolles nuevas habilidades.
▶ Cocina un platillo diferente.
▶ Dibuja o colorea siluetas.
▶ Escribe un diario.
▶ Visita museos.
▶ Realiza un huerto o inicia tu propio jardín.
▶ Contempla el cielo.
▶ Escucha nuevas canciones.
▶ Reubica los muebles de la casa.
Publicado en la edición impresa de El Observador del 13 de enero de 2019 No.1227