Por Sergio Ibarra
Los hogares de nuestra nación representan el fundamento de nuestra sociedad.
Sin importar a que clase social pertenecemos, la familia mexicana ha sido y es la roca que sostiene a México. Una roca que tiene como principal componente a la mujer mexicana. Las situaciones podrán ir y venir, podrá haber más inseguridad o menos, podrá haber devaluaciones o no, más empleo o menos desempleo, pero ahí, en la intimidad de los hogares, la mamá y la abuelita son motivo de unión, de respeto y de ponerse en orden.
Los hogares mexicanos, en tanto tienen esa guía, esa fortaleza y esa convicción, continuarán siendo el espacio en donde cada una y cada uno ha aprendido desde los hábitos mas elementales, hasta como resolver o hacer frente a los problemas. Tenemos en ellas la voz que nos guía, la voz que nos corrige, la voz que nos enseña. La mano que nos lleva a Misa y que también nos educa, nos hacer ser y nos hace estar. La voz que nos advierte riesgos, que nos exige y marca como comportarnos.
Los hogares mexicanos tienen un ambiente, colores, aromas, limpieza y amor gracias a que aún, en la gran mayoría, está detrás la dedicación que cada una de ellas pone para que, pase lo que pase, encontremos su regazo, su cariño, la palabra, el apapacho, cuando hay momentos de alegría y de tristeza.
Celebramos en estos días a las mamás con toda la razón, motivo de orgullo y de reconocimiento. Nuestra sociedad, compleja como todas las de la historia, tiene aún esta salvaguarda. Sin ellas, esta nación ya habría entrado, sin duda, en una nueva guerra interna. Su firmeza y entrega nos ha sostenido y nos mantiene con la ilusión de ser seres buenos, por más que se ponga la cosa difícil. Difícil imaginarnos sin ellas.
TEMA DE LA SEMANA: LOS SUEÑOS DE UN GIGANTE
Publicado en la edición impresa de El Observador del 19 de mayo de 2019 No.1245