Aniversario de la encíclica «Caritas in veritate», sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad.

Por Ary Waldir Ramos Díaz / Aleteia en El Observador

Tras diez años de su publicación, la encíclica Caritas in veritate (Caridad en la verdad), de Benedicto XVI, sigue más vigente que nunca y es el eslabón del pensamiento social del Papa Francisco, quien cita a su predecesor en cada ocasión y, sin embargo, es criticado por enemigos acérrimos, tildado como el «papa comunista». Aquí algunos ejemplos:

  1. Energías renovables y desarrollo pensado en función de la persona

«La fe cristiana se ocupa del desarrollo no apoyándose en privilegios o posiciones de poder (…) sino solo en Cristo». El Papa emérito explicaba que «las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material». Por el contrario, la raíz del atraso y la pobreza se encuentran en la «falta de fraternidad entre los hombres y los pueblos». Francisco prosigue denunciando la «globalización de la indiferencia».

Benedicto también reflexiona sobre las problemáticas energéticas.

«El acaparamiento de los recursos» por parte de grupos de poder, denuncia, constituyen «un grave impedimento para el desarrollo de los países pobres» (…). «Las sociedades tecnológicamente avanzadas pueden y deben disminuir la propia necesidad energética», al mismo tiempo que debe «avanzar la investigación sobre energías alternativas».

  1. La actividad financiera especulativa

Caritas in veritate expone las falencias del desarrollo humano en nuestro tiempo, comenzando por la actividad financiera que Francisco expone es irreformable, porque le «falta alma». «El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza». Así, Ratzinger denunció la actividad financiera, «en buena parte especulativa».

Incluso, abogó por «la reforma» de la ONU y «de la arquitectura económica y financiera internacional». Apremia por «la presencia de una verdadera autoridad política mundial» (…) que goce de «poder efectivo».

  1. Flujos migratorios, nuevas pobrezas

Benedicto XVI recordó en Caritas in veritate los flujos migratorios «frecuentemente provocados y después no gestionados adecuadamente, o la explotación sin reglas de los recursos de la tierra». También temas que Francisco representa en Laudato Si’ y en sus llamados internacionales al cuidado de la Casa Común y la fraternidad hacia los últimos.

Se trata de una interconexión de problemas que – según Ratzinger –, necesitan de «una nueva síntesis humanista», comprobando que «crece la riqueza mundial en términos absolutos, pero aumentan también las desigualdades (…)y nacen nuevas pobrezas”.

El Papa emérito afrontaba al fenómeno de las migraciones con la misma determinación de Francisco. Todo emigrante, sostiene, «es una persona humana» que «posee derechos que deben ser respetados por todos y en toda situación».

  1. La homologación cultural y una reforma agraria

El Papa Francisco denuncia la homologación cultural de una globalización que, en cambio de ser un poliedro, es una esfera, donde resbala la riqueza de la diversidad de los pueblos y de las personas.

En este sentido, Ratzinger denuncia el riesgo de «un eclecticismo cultural» donde las culturas se consideran «sustancialmente equivalentes». El peligro de «rebajar la cultura y homologar los (…) estilos de vida». El Papa alemán rememora «el escándalo del hambre» y llama a una «ecuánime reforma agraria en los países en desarrollo».

Benedicto dice, respecto a la globalización, que no se debe entender solo como «un proceso socio-económico» (…) La globalización necesita «una orientación cultural personalista y comunitaria abierta a la trascendencia (…) y capaz de corregir sus disfunciones».

  1. Civilización de la economía

Asimismo, Benedicto XVI pide el respeto por la vida y afirma que no puede separarse de modo alguno «de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos». «La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de cualquier ética sino de una ética amiga de la persona».

Benedicto XVI insiste, por su parte, en la fraternidad, en el desarrollo económico. Francisco también habla de redescubrir la gratuidad. De hecho, el tercer capítulo de Caritas in veritate inicia con un elogio de la experiencia del don, no reconocida en el mundo materialista y egoísta, «debido a una visión de la existencia que antepone a todo la productividad y la utilidad (…) El desarrollo (…), si quiere ser auténticamente humano, necesita en cambio dar espacio al principio de gratuidad».

La lógica mercantilista debe ser «ordenada a la consecución del bien común, que es responsabilidad, sobre todo, de la comunidad política», dice Benedicto XVI, que cita, y no es una casualidad, a Juan Pablo II en su encíclica Centesimus annus, que señala «la necesidad de un sistema basado en tres instancias: el mercado, el Estado y la sociedad civil» y espera en «una civilización de la economía».

Los Papas abrazan la Doctrina Social de la Iglesia inspirada en el Evangelio, pues la «bandera de los pobres», como dijo una vez el Papa latinoamericano, no puede ser robada por una ideología.

Publicado en la edición impresa de El Observador del 29 de diciembre de 2019 No.1277

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