Por P. Fernando Pascual
Una idea. Quiero comunicarla. Busco ser preciso. Pero hay que matizar tantas cosas…
No es fácil expresarse en pocas palabras. La propaganda lo intenta, para conseguir efectos inmediatos.
La realidad, sin embargo, es compleja. Miles de aspectos entran en juego en cosas tan sencillas como una compra, un saludo, una novela, una escoba.
A pesar de la complejidad, buscamos transmitir esa idea de modo claro, sencillo, breve, comprensible.
¿Cómo lograrlo? Quizá desde expresiones intuitivas, casi poéticas, los como grandes genios del pasado.
Busco pocas palabras para avisar de un peligro, para animar al cansado, para consolar al triste, para defender al marginado.
Busco pocas palabras para ayudar a otros a levantar la mirada y descubrir que, más allá de las estrellas, existe un mundo donde nos espera Dios Padre.
Las palabras no pueden expresar todo lo que deseo. Al menos dejo espacio para que Dios, que actúa en cada corazón, las tome y las use para iluminar a quien necesita esperanza.
Si las palabras fallan, queda la posibilidad de un silencio significativo, fecundo, lleno de amor, acompañado por oraciones sinceras.
Es el silencio tras las pocas palabras de Cristo en el Calvario. Es el silencio del Padre ante la muerte de su Hijo. Es el silencio del día anterior a la mañana de Pascua.
Ese silencio del Sábado Santo se expande en todo el mundo, como una espera anhelante que permite escuchar la Palabra definitiva: la que anuncia con pocas palabras el triunfo completo del amor sobre el pecado y la muerte…