Las vacunas contra el COVID-19 ya comienzas a distribuirse y aún se genera desinformación sobre su efectividad y, por ende, el rechazo. Ante ello, los obispos piden a los fieles tomar conciencia sobre la importancia de su aplicación.

Redacción

El arzobispo Domingo Díaz Martínez, responsable de la Pastoral de la Salud; el arzobispo Rogelio Cabrera López, presidente de la CEM y el obispo Alfonso G. Miranda Guardiola, secretario general de la CEM emitieron un comunicado para recordar a los fieles la importancia de recibir la vacuna contra el COVID-19.

Toda vez que los contagios continúan, que el sistema de salud ha sido insuficiente, que no se realizan pruebas constantes para determinar el tamaño del contagio y que la desinformación sobre la eficacia de las vacunas crece, se crea entre la población un escenario que genera confusión y disminuye la confiabilidad de la ciencia.

Por ello, los prelados consideran que es necesario “reflexionar sobre la conveniente necesidad de vacunarse para contrarrestar, en lo posible, el COVID-19”

Recuerdan a los fieles que las vacunas son preparaciones destinadas a generar inmunidad contra las enfermedades al generar anticuerpos, además de que ayudan a proteger la salud personal y la del prójimo. Ponerse la vacuna, acentúan, “es una acción que custodia el auténtico bien común y promueve la verdadera cultura de la vida, basada en el respeto irrestricto a la dignidad de toda persona humana y a la justicia derivada de ella”.

El posible conflicto

Debido a que algunas vacunas como la del COVID-19 emplean líneas celulares que proceden de fetos abortados desde hace varias décadas, es posible que se genere un conflicto en entre los fieles. Es por ello que la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) establece que: “Cuando no estén disponibles vacunas Covid-19 éticamente irreprochables, es moralmente aceptable utilizar las vacunas contra la Covid-19 que han utilizado líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción”.

Pero también, piden a quienes, por rezones de conciencia, rechazan las vacunas producidas a partir de líneas celulares procedentes de fetos abortados, que tomen las medidas necesarias para evitar convertirse en vehículos de transmisión del agente infeccioso.

Y recalcan: “quien rechace la vacuna debe de contar con la verdadera posibilidad de implementar, tanto en el corto como en el mediano plazo, medidas preventivas eficientes para evitar el propio contagio y el de los demás”.

Responsabilidad ética

Puesto que las vacunas ya comienzan a distribuirse, los obispos señalan la importancia de comenzar a aplicarla en los ambientes y sectores de mayor riesgo de contraer la enfermedad. De igual forma, rechazan cualquier medida arbitraria para encarecer los precios de medicamentos, oxígeno y otros insumos relacionados con el dolor y la enfermedad de la gente.

Así mismo, piden evitar la promoción del consumo de fármacos que no se encuentren avalados científicamente como recursos preventivos o como cura efectiva para el COVID-19. Por ello, agregan, “una gran responsabilidad ética recae en las agencias instituidas para ejercer el arbitraje imparcial que garantice la calidad científica de los procesos de investigación, realizados por las farmacéuticas y otros organismos de salud”.

Finalmente, invitan a los fieles católicos a no ser parte de la desinformación ya que está en riesgo la vida de las personas, sobre todo, de los más vulnerables. Y les piden seguir empeñándose en la prevención como parte de la vida diaria, con el fin de evitar sufrimiento innecesario.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 7 de marzo de 2021 No. 1339

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