Dios, desde toda la eternidad, ha pensado sabia y amorosamente en cada persona que, en cualquier momento de la historia de la humanidad, ha sido o será concebida. Ninguno es un “accidente”; ninguno está o estuvo “de sobra”; desde el punto de vista sobrenatural la sobrepoblación mundial es un engaño, pues en el plan divino cada uno es creado para realizar una misión buena y santa.

Por desgracia, ya se deba a una decisión consciente, a la falta de información o formación, o incluso a la intervención de terceros, muchos, ¡muchísimos!, no llevan a cabo su misión. A la odontóloga colombiana Gloria Polo, que murió a causa de un rayo, fue juzgada por Dios y retornó a la vida, le fue mostrado que un hijo que ella abortó estaba destinado a ser un sacerdote de Cristo.

¿Cuál habrá sido la misión particular que el Señor le tenía encomendada a cada uno de los más de 230 mil bebés asesinados en Ciudad de México desde que se legalizó el crimen del aborto en 2007? ¿O cuál sería la de los aproximadamente 70 millones de nonatos abortados en el planeta cada año? Algunos habrán terminado “útilmente” como parte de experimentos para producir vacunas, o células específicas de su cuerpo se habrán utilizado como potenciadores de sabor en alimentos procesados, o ciertos tejidos suyos habrán sido añadidos a los cosméticos, y no faltan los que fueron usados para formar parte del pavimento de las calles en algún país. Todos estos horrores nada tienen que ver con el plan divino y maravilloso que Dios tenía para ellos, y que sería una bendición para la humanidad.

Gracia a que su madre se negó a abortarlo, el santo pontífice polaco Juan Pablo II sí pudo cumplir la misión que Dios le asignó desde la eternidad, la cual había sido revelada por el propio Cristo a santa Faustina Kowalska a través de esta profecía privada:

“A Polonia especialmente la amo y, si es obediente a mi Voluntad, la elevaré en potencia y santidad. De ella saldrá la chispa, la que preparará al mundo para la última venida Mía”. (Diario, n. 1732).

Esa chispa fue san Juan Pablo II. ¿Qué tan distinto habría sido el mundo si se le hubiera impedido nacer? Es difícil decirlo, pero lo que sí se puede hacer es mirar qué tanto influyó su actuación para el bien no sólo de la Iglesia sino del mundo, buscando acercar a la gente al plan salvífico de Cristo:

  • Tras el surgimiento de multitud de desviaciones después del concilio Vaticano II, Juan Pablo II llegó a poner orden en la Iglesia.
  • La crisis vocacional que trajo consigo el concilio, llevó no sólo a que pocos quisieran entrar en la vida consagrada, sino a que miles de presbíteros y monjas abandonaran el ministerio y los conventos. Pero el testimonio y el magisterio de Juan Pablo II condujo a la Iglesia hacia un despertar vocacional sin precedentes.
  • Defendió el celibato eclesiástico a pesar de las presiones de muchos grupos.
  • Lanzó por primera vez en la Iglesia la nueva evangelización, dirigida no a los paganos sino a los ya bautizados que aún no experimentaban el encuentro personal con Cristo.
  • Su pontificado fue clave para una multiplicación sin precedente de movimientos eclesiales que llevaron a la conversión de millones de personas.
  • Dignificó la misión de los laicos en la vida de la Iglesia.
  • Hizo contacto profundo con el grupo social más difícil de alcanzar: el de los jóvenes.
  • Lejos de aspirar a que la gente sólo fuera tolerante, fraterna o amiga, buscaba encaminar a todos hacia la auténtica santidad, que sólo es posible en Dios y sus Mandamientos.
  • Promovió el ecumenismo y los encuentros con los no cristianos, sin por eso dejar de defender que Jesucristo fundó una sola Iglesia, que es la Iglesia católica, y que sólo en ella se encuentra la totalidad de la Revelación y de los Sacramentos instituidos por el Señor.
  • Puso freno a la teología marxista de la liberación, que asolaba terriblemente a Iberoamérica y a otras zonas del planeta.
  • Intentó hacer la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón, para que ésta no siguiera propagando sus errores.
  • Desenmascaró los sistemas políticos totalitarios, contribuyendo al desplome del comunismo en Rusia y sus países satélites.
  • Contribuyó a la integración pacífica de Europa.
  • Consiguió evitar una guerra entre Argentina y Chile.
  • Viajó a Sarajevo para intentar frenar el conflicto en los Balcanes.
  • Se opuso con fuerza a las dos Guerras del Golfo.
  • Desenmascaró y condenó la “cultura de la muerte” con todos sus falsos “derechos” al aborto, a la eutanasia, a la manipulación de embriones, a la eugenesia, etc.
  • Dio ejemplo heroico de fortaleza en la enfermedad, y fue un defensor de la dignidad de la vida humana en toda circunstancia.

TEMA DE LA SEMANA: “DETRÁS DE ÉL HUBO UN GRAN SÍ A LA VIDA”

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 16 de mayo de 2021 No. 1349

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