La morenita del Tepeyac realizó el milagro de hacer palpitar al mismo tiempo corazones enemigos. Hoy nos pide, con su presencia, que volvamos a construir una sola nación. Hay muchos problemas que resolver.

Miles de mujeres quieren ser escuchadas, quieren participar; miles de jóvenes desean oportunidades; miles de padres de familia no llegan a final del mes con recursos que les permitan asistir, dignamente, a sus familias.

Este flagelo deriva en alcoholismo, en trabajos ilícitos, donde incluso se pone en peligro la propia vida. Los más fuertes se aprovechan de los más débiles; gobierno y sociedad van por caminos diferentes y, a veces, encontrados.

Lo que parecía imposible en 1531, sucedió. Lo que parece imposible hoy, debe suceder. Todo es cuestión de escuchar el reclamo de las mujeres, de los jóvenes, de los desempleados. Y sin división, en unidad, trabajar por ellos.

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