En el siglo XVII Jesucristo se apareció a santa Margarita María Alacoque, mostrándole visiblemente su Sagrado Corazón, y le dijo:
“Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia Mía, ni sin recibir sus sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento”. Entonces es una garantía para, tarde o temprano, ir al Cielo.
Las doce promesas
También le reveló un total de doce promesas para quienes, a través de la práctica devocional de los nueve primeros viernes de mes, desagravien su Sagrado Corazón:
- Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
- Daré paz a sus familias.
- Las consolaré en todas sus aflicciones.
- Seré su amparo y refugio seguro durante la vida y principalmente en la hora de la muerte.
- Bendeciré grandemente todas sus empresas.
- Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia.
- Las almas tibias se harán fervorosas.
- Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección.
- Bendeciré las casas y sitios en que esté expuesta y sea honrada la imagen de mi Sagrado Corazón.
- Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones más endurecidos.
- Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi Corazón, y jamás será borrado de Él.
- A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.
¿Cómo es esta devoción?
Para ganar las gracias prometidas por Dios a través de esta devoción de los nueve primeros viernes de mes se requiere:
- Recibir sin interrupción la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes consecutivos.
- Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.
- Ofrecer cada una de estas veces la Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.
- Hacer después de cada una de las nueve Comuniones una oración de reparación, como:
“Jesús mío dulcísimo, que en tu infinita y dulcísima misericordia prometiste la gracia de la perseverancia final a los que comulguen en honra de tu Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos, acuérdate de esta promesa y a mí, indigno siervo tuyo que acabo de recibirte sacramentado con este fin e intención, concédeme que muera detestando todos mis pecados, creyendo en Ti con fe viva, esperando en tu inefable misericordia y amando la bondad de tu amantísimo y amabilísimo Corazón. Amén”.
- Se puede agregar una oración final, por ejemplo: “Jesús mío, te doy mi corazón, te consagro toda mi vida, y en tus manos pongo la eterna suerte de mi alma. Amén”.
TEMA DE LA SEMANA: «EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, MUCHO MÁS QUE UNA DEVOCIÓN»
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 6 de junio de 2021 No. 1352