Por Jaime Septién

En su libro sobre San Francisco de Asís, escrito en 1923, G. K. Chesterton esculpe una frase que pinta de cuerpo completo la presencia de la Virgen María en la historia, en nuestra historia: “Todas las cosas parecen mejores cuando parecen regalos”. El regalo de María hace que todo parezca mejor. Hay en ese sencillo e inefable acto de la Anunciación un guiño de Dios a la inocencia. Claro que María fue preservada. Pero la ternura con que Dios nos dio a la madre de su Hijo nos ha marcado.

Alguna vez la revista National Geographic dedicó un número especial a la Virgen María. La llamó “la mujer más poderosa del mundo”. Lo es en un sentido muy diferente a lo que la cabeza de la revista quiso significar. El “poder” de la Virgen María (y los mexicanos sabemos mucho de ello puesto que “no hizo nada igual con ninguna otra nación”) contrario a lo que sucede con el poder terrenal, le viene de su humildad, de su no-poderío. Ella es madre. Y una Madre guía con la fuerza del amor.

¡Qué diferente sería esta tierra, si supiéramos imitar a María! Los dogmas marianos no están sujetos a explicación lógica. Solo se comprenden desde la “lógica” del corazón. Un presente inmenso, una dádiva que ha cambiado la historia. Y una enseñanza: el verdadero enemigo del amor no es el odio, es la indiferencia. El “Me da igual” que borra el “Sí” de una doncella llamada María desposada con un varón justo llamado José, de la estirpe de David…

TEMA DE LA SEMANA: SANTO DOMINGO: MARÍA, LA HUMILDAD EN EL CORAZÓN DEL DOGMA

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 15 de agosto de 2021 No. 1362

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