Apenas 13 años después de su muerte, la cual ocurrió en 1221, Domingo de Guzmán fue canonizado por Gregorio IX, quien estableció su fiesta litúrgica el 4 de agosto, que luego se movió al día 8.
Fue un santo muy alegre, y con una vida llena de anécdotas. Aquí contamos algunas:
+ Una noche santo Domingo se sentó a escribir. De pronto se le apareció el diablo con forma de simio, y empezó a tentarlo de que no valía la pena de que se pusiera a escribir o a rezar a esas horas, sino que debía irse a dormir. Como santo Domingo ni se inmutó, el mono se puso a gritar salvajemente y a golpear el suelo, por lo que el santo le ordenó que se callara, y agregó: “Eras Lucifer antes de tu caída, y tú ahora darás luz y al menos serás de alguna utilidad”. Y el demonio se vio obligado a sostenerle la vela hasta que ésta se acabó y el demonio comenzó a quemarse.
+ En Carcasona, un hombre se dedicó a poner en ridículo los milagros y los quince misterios del Rosario, lo que impedía la conversión de los demás herejes. Entonces Dios permitió que 15 mil demonios entraran en aquel individuo. Sus parientes lo llevaron ante santo Domingo para que lo exorcizara.
El santo lo exorcizó en presencia de una muchedumbre de más de doce mil personas, y los demonios fueron obligados a revelar que eran 15 mil los que habían entrado porque el hombre había atacado los 15 misterios del Rosario, y que el Rosario era el terror del Infierno.
Santo Domingo exhortó a la multitud presente para que rezara con él el Rosario en voz alta voz; y sucedió que, con cada Ave María, la Virgen hacía salir cien demonios del cuerpo del hereje en forma de carbones encendidos.
+ Santo Domingo tenía un primo, llamado Don Pero o Pedro, que llevaba una vida muy disoluta. Fue éste a escuchar su predicación, pero no se resolvía a convertirse; volvió otro día, y viendo Domingo entrar a su pariente al templo, gritó en alta voz: “Señor Jesús, haced ver a todo este auditorio el estado en que se encuentra el que acaba de entrar en vuestra casa”.
Entonces todo el pueblo vio a Don Pero rodeado de una multitud de diablos en forma de bestias que lo tenían atado con cadenas.
Horrorizados, quisieron huir todos, pero Domingo los detuvo, y pidió a su primo que se arrojara a los pies de la Virgen y rezara el Rosario con devoción y arrepentimiento. Don Pero se arrepintió de sus pecados, se confesó, perseveró en la devoción al Rosario y llevó una vida correcta.
+ En la ciudad de Aragona vivía una muchacha noble y hermosa llamada Alexandra, cortejada por dos jóvenes que un día se mataron entre ellos por celos. Sus enfurecidos parientes, viendo a Alexandra como la causa de la tragedia, mataron a la joven, le cortaron la cabeza y la arrojaron a un pozo.
Días después santo Domingo pasaba por ese lugar e, inspirado por Dios, se acercó al pozo y dijo: “Alexandra, ven aquí”, e inmediatamente la cabeza de la difunta salió, se colocó en el borde del pozo, y santo Domingo escuchó su confesión, le dio la Comunión, y pidió que dijera a las personas que vieron el milagro por qué había recibido esa gracia. Alexandra respondió que, cuando fue decapitada, estaba en estado de pecado mortal, pero que la Virgen, a causa del Rosario que la joven solía rezar, había intercedido en su favor. Así, el alma de Alexandra fue al Purgatorio, en lugar de al Infierno.
+ Una mujer muy piadosa fue a confesarse con santo Domingo, y éste le dejó de penitencia un solo Rosario, pero le aconsejó rezarlo todos los días. Mas ella hacía otras prácticas como ayunos, penitencias, uso de cilicio, etc., y sentía que no tenía espacio para el Rosario diario. Estando en oración, fue arrebatada en éxtasis y vio su alma compareciendo ante Dios. San Miguel alzó una balanza, y puso sus penitencias y oraciones habituales en un platillo, y en el otro sus pecados e imperfecciones, pero las primeras no contrarrestaron los segundos.
Apareció la Santísima Virgen y dejó caer en el platillo de las buenas obras el único Rosario que, por penitencia, aquella mujer había rezado, y fue tanto su peso que contrarrestó el de los pecados.
Cuando salió del éxtasis, la mujer fue a contarle a santo Domingo lo ocurrido y prometió rezar el Rosario todos los días.
+ El Miércoles de Ceniza de 1218, santo Domingo hablaba con algunos cardenales cuando les notificaron que el sobrino de uno de ellos había sido asesinado.
Santo Domingo pidió que trajeran al difunto y que se preparara una Misa en un templo cercano. Terminada la Misa, llevó a todos delante del cadáver. Se arrodilló y oró en silencio durante algún tiempo; luego se puso de pie mientras hacía la señal de la cruz. Entonces empezó a levitar y proclamó en voz alta: “¡Te digo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, levántate!”. Y el muerto volvió a la vida y se levantó completamente ileso.
TEMA DE LA SEMANA: SANTO DOMINGO: SU HUELLA LLEGÓ A TODO EL MUNDO
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 8 de agosto de 2021 No. 1361