Es importante adentrarse con cautela y familiarizarse con este mundo y sus personajes, para poder descifrar con precisión lo que realmente Dios quiere transmitirnos en cada una de las líneas inspiradas a los escritores del Sagrado Libro.

Por Angelo De Simone

Sabemos bien que al principio no existió el libro escrito, sino la palabra hablada. Lo primero de todo fue la revelación o el desvelamiento de Dios, cuyo rostro estuvo oculto durante tanto tiempo. Hasta que, en un momento determinado, decidió acercarse al género humano en un diálogo con los hombres para iluminar toda su existencia. Poco a poco Dios se ha ido incrustando en el tejido de nuestra vida y, por ello, el leer su palabra muchas veces puede generar un sinfín de sentimientos en nuestro corazón ya que, producto de su iluminación, experimentamos una cantidad de alegrías y emociones que nos motivan a tomar un rumbo particular en nuestras vidas: hacer lectura de nuestra vocación a la luz de la Palabra de Dios.

En medio del discernimiento que hacemos minuto a minuto a lo largo de nuestra vida, cada vez es más necesario nos tomemos un instante para leer la Palabra de Dios y comprender como la misma puede nutrir nuestra vida, por ello te presento 5 claves para leer la Biblia con sus respectivos beneficios para el crecimiento de la vida espiritual:

Realiza una oración preparatoria: Toda conversación inicia con una introducción para entrar en materia. Por ello es importante que le pidas a Dios te ilumine durante el proceso. Puedes ayudarte con oraciones como la presentada por San Ignacio de Loyola que reza: “Señor, que todos mis deseos, pensamientos y sentimientos estés orientados a encontrarme contigo” Acompáñalo de una serie de respiraciones que te ayuden a centrarte en ese momento Sagrado de encuentro con Dios.

Disponte a elegir un espacio apropiado: La Biblia no es un libro que podamos comparar con Harry Potter o el Señor de los Anillos, ya que por su carácter sagrado y de Palabra de Dios, debemos establecer un lugar especial para su lectura.

Elige un espacio de tu casa y “santifícalo”, conviértelo en el lugar predilecto de encuentro con Dios. Así como Moisés, Jesucristo, y muchos más tenían un espacio especial para orar, ubica el tuyo para aprovechar con mayor amplitud ese momento de conversación entre amigos.

Muchas veces menos, es más: A menudo me encuentro con personas que buscan a partir de retos, devorar la Biblia en tan sólo días. La lectura de la Biblia debe ser meditada y pausada, sintiendo y gustando, al estilo Ignaciano, cada palabra y cada momento. Por ello céntrate únicamente en un par de versículos, sin afanarte y dejando de lado el tiempo. Contempla con detenimiento cada diálogo, lugar y pensamiento que vaya rondando tu mente. Todo te hablará de Dios luego de cumplir el primer paso.

Sin afanes y culpas de pensamiento: Es posible que al momento de orar vengan pensamientos adversos e ideas poco relacionadas con la lectura. No te preocupes por ello. Acéptalo con serenidad y vuelve a centrar tu meditación. Muchas veces nos preocupamos y nos sentimos culpables por esta adversidad ocasionando en oportunidades el suspender la lectura. No caigamos en esa trampa del mal espíritu, sino que integremos nuestra humanidad entendiendo que muchas veces ante la tentación no vale la angustia sino la serenidad del corazón que solo nos puede otorgar aquel que nos ha amado primero, Dios.

Anotar lo vivido: Una de las técnicas que recomiendo más dentro de la oración y, sobre todo en la lectura de la Biblia, a la luz de grandes santos como San Ignacio, Santa Teresita del Niño Jesús, San Juan XXIII, entre otros; es poder registrar todo lo experimentado. Anota aquella frase, palabra o sentimiento que haya resonado más en tu corazón. Muchas veces el volver a este escrito en unas semanas o meses, puede ayudarnos a evaluar el paso de Dios en nuestra vida y ayudarnos a discernir decisiones importantes de nuestra jornada. Toma un cuaderno o una agenda y dispone a escribir tu diario espiritual.

Son muchos los tips o sugerencias que pueden generarse al pensar en la lectura de la Sagrada Escritura. No dejemos el inicio de la lectura para el lunes, como inician las famosas dietas que no se cumplen, porque al postergar ese diálogo con Dios, nos privamos de nutrirnos día a día de su paz y su Palabra, ocasionando muchas veces, la enfermedad del Espíritu. Inicia ya tu plan nutricional con el Pan de Vida.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 26 de septiembre de 2021 No. 1368

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