En su Divina Comedia, el italiano Dante Alighieri (1265-1321) escribe poéticamente su imaginaria visita al Infierno. Cruza la puerta del lugar de la condenación eterna, en la que hay una inscripción que dice así:
“Es por mí que se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y al lugar donde sufre la raza condenada; yo fui creado por el poder divino, la suprema sabiduría y el primer amor, y no hubo nada que existiera antes que yo. Abandona la esperanza si entras aquí”.
Teológicamente hablando, la postura de Dante tiene aciertos y desaciertos, y de cualquier manera se hunde en el perenne debate: ¿Cómo puede existir el Infierno si Dios es bueno y misericordioso? ¿Cómo el demonio o cualquier otro ser puede ser condenado eternamente si Dios es Amor? Si el Señor es el Creador de todas las cosas, ¿entonces Él creo a Satanás y creo el mal? Y, si es así, ¿cómo puede condenar a alguien al Infierno cuando el propio Dios vendría a ser el causante de lo ocurrido?
Un sacerdote exorcista estaba expulsando a un demonio, le ordenó que volviera al Infierno, el lugar que Dios hizo para él; entonces el demonio respondió: “Estúpido sacerdote. Dios no hizo el Infierno. Nunca hubiera pensado en un lugar así. Nosotros lo hicimos”.
Cristo habla del “fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles” (Mateo 25, 41), pero no dice quién lo creó o preparó.
Para esclarecer las cosas se puede consultar el libro “Exorcística”, del sacerdote demonólogo José Antonio Fortea, que explica: “El Creador no creó el Infierno. No lo creó porque sin ningún condenado no existiría el Infierno más que como concepto. Y dado que la condenación es en esencia un estado del espíritu, es evidente que Él no creó ese estado. Ese estado es obra de seres libres. Es imposible que Dios lo creara, porque significaría que Él podía crear un estado de tristeza eterna y sufrimiento en un ser personal, cosa que repugna a la bondad de Dios”.
Y continúa: “El Infierno fue creado por los condenados; cada condenado ha creado su propio estado de sufrimiento interno, y entre todos ellos han creado el conjunto de todos los condenados que denominamos Infierno”.
Un demonio que poseía a un niño de 11 años, le explicó al sacerdote exorcista Cándido Amantini: “Nosotros [los demonios] hemos querido reivindicar nuestra libertad también ante Él [Dios]. Le hemos dicho ‘no’ para siempre”. Pero esto se aplica también para todos los seres humanos que acaban en la condenación eterna. El padre Jorge Loring lo resume magistralmente con estas sencillas palabras: “El Infierno es el respeto de Dios por tu última voluntad”.
A santa Verónica Giuliana le fue mostrado que hasta hay sacerdotes y obispos en el Infierno; es decir, no sólo los grandes pecadores se pueden condenar, le sucede a todo el que rechaza a Dios.
TEMA DE LA SEMANA: LA MUERTE Y EL MÁS ALLÁ: PREGUNTAS CON RESPUESTA
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 21 de noviembre de 2021 No. 1376