Santa Juana Francisca de Chantal es la santa patrona de los ex convictos, de las personas olvidadas y también de las viudas y de las madres de familia.

De su vida se pueden sacar algunos aprendizajes muy útiles:

 1. La dedicación a Dios no significa inmovilidad

Se puede ser un santo tranquilo y pasivo, pero también activo y alegre, dependiendo del temperamento que Dios le imprimió a cada quien. Desde niña Juana fue extremadamente vivaz y activa.

Cuando se casó, aunque tenía sirvientes, era una admirable madre de familia y ama de casa. En su proceso de beatificación sus criados dieron testimonio: “La Señora sirvió a Dios, a quien mucho amaba. Y practicaba la virtud continuamente, pero sin llamar la atención. A nadie molestaba con sus rezos. Era muy atenta y buena con todos”.

 2. No hay edad mínima para dar testimonio de fe

Tenía un inmenso amor por Dios. De su padre aprendió el valor de la verdadera religión, y era capaz de defenderla desde pequeña.

A los ocho años de edad escuchó a un protestante decir que no era posible que una hostia se convirtiera en el cuerpo de Cristo. Entonces la niña le preguntó: “¿Sabe usted el Credo?”. Él respondió que sí, y ella lo instó: “¡Pues dígalo!”. El protestante empezó a decir: “Creo en Dios Padre Todopoderoso…”, y Juana lo interrumpió: “¡Uy, no diga usted eso de que Dios es Todopoderoso! Porque si Dios no puede hacer que una hostia se convierte en el cuerpo de Jesucristo, ya Dios no es Todopoderoso”.

 3. En cada estado de vida se puede servir a Dios

Dios da una vocación específica a cada quien, y se le puede amar y servir en la soltería, en el matrimonio, en la viudez y en la vida consagrada.

A santa Juana de Chantal se le concedió experimentar estos cuatro estados de vida, y en todos ellos fue caritativa, piadosa y modesta, siempre buscando agradar a Dios.

4. No estuvo exenta de sufrir

No por ser bueno se está a salvo de las pruebas y sufrimientos. Por el contrario, como dice el Evangelio, a las ramas que dan fruto Dios las poda para que den más fruto (cfr. Jn 15, 2).

Juana, por ejemplo, padeció la muerte de tres de sus hijitos cuando eran pequeños. Luego vino el inesperado accidente de su esposo en una cacería. Cuando éste se debatía entre la vida y la muerte, la esposa rogaba a Dios con todas sus fuerzas:

““Señor, pídeme lo que quieras, estoy dispuesta a los mayores sacrificios con tal de que no te lo lleves”.

Pero el Señor se lo llevó. Mucho después, su hijo militar, casado y padre de una niña, murió en batalla. Y una de sus hijas, casada con un alto empleado de la Corte, enviudó durante una epidemia, y poco después murió al dar a luz.

 5. Un buen director espiritual siempre ayuda

Santa Juana estuvo rogando por dos años a Dios para que le concediera encontrar un director espiritual que de verdad la encaminara hacia la santidad.

Y el Señor le mandó a san Francisco de Sales y, cuando éste falleció, a san Vicente de Paúl.

6. La mortificación y la caridad son importantes

Al enviudar, santa Juana y sus hijos pudieron quedarse a vivir en el castillo del padre de ella. Pero, en lugar de refugiarse con él, que tanto la amaba, Juana decidió mortificarse yendo a vivir con su déspota suegro, de quien sufrió sus maltratos por siete largos años.

La viuda Juana se dedicó a educar a sus hijos, a administrar los bienes que le había dejado su marido y a hacer caridad. Había hambre y escasez en el país, y cada día una gran fila de mendigos llegaba al castillo a recibir abundante comida y atención médica. Ella misma visitaba en sus casas a los que estaban postrados y abandonados.

7. Hay un tiempo para cada cosa

Tras enviudar, Juana había decidido no casarse de nuevo. Le atraía la vida religiosa, pero su deber eran sus hijos, así que prometió consagrarse a Dios sólo cuando éstos fueran adultos y estuvieran bien establecidos.

Llegado el momento, ellos y su padre le rogaron que no se alejara yendo al convento. Su hijo incluso se acostó en la puerta diciendo que tendría que pasar sobre él si quería irse de religiosa. La santa mujer, entendiendo el llamado que Dios le hacía y que ya era su tiempo, pasó llorando por encima del cuerpo del hijo.

TEMA DE LA SEMANA: JUANA DE CHANTAL: SE PUEDE SERVIR A DIOS EN CUALQUIER ETAPA DE LA VIDA

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 23 de enero de 2022 No. 1385

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