Fray Salvador Gutiérrez Flores, fraile carmelita descalzo, es oriundo de la ciudad de Guadalajara. Se formó en la Orden de los Carmelitas Descalzos de México, en donde ingresó en el 2009 para después ser ordenado en el 2020. Desde el 2017 acompaña a la pastoral juvenil de la Provincia de san Alberto y en esta ocasión se dio el tiempo para conversar con El Observador sobre santa Teresita, la santa de la gracia, la confianza y la alegría.
Por Rubicela Muñiz
-¿Qué dimensión tiene santa Teresita para el mundo de hoy?
Santa Teresita tiene una palabra que decir para el mundo de hoy, desde la dimensión del servicio en las cosas pequeñas. Es decir, aunque veamos problemáticas en niveles “macro”, que nos rebasan y nos pueden llevar al derrotismo y pesimismo, Teresita apuesta por el servicio en lo pequeño, en aquello que nos toca hacer y un poco más, con amor. Teresita es la santa de la transformación y del movimiento amoroso que hace que nuestro amor sea afectivo, es decir que nos dejamos tocar por el sufrimiento, los dolores y gozos del mundo y un amor efectivo que abona y suma al bien común.
-¿Cuál de todos los caminos emprendidos por santa Teresita es el que puede encender los corazones de los jóvenes actuales?
Teresita dio pasos de gigante en un camino muy particular: el camino de la confianza. Hoy más que nunca y de manera especial en los jóvenes, es vital tomar el camino de la confianza que está primeramente en la misericordia, la ternura y el amor incondicional de Dios. La confianza en que se pueden sanar las heridas familiares; la confianza en la Iglesia, como una comunidad que está aprendiendo y desaprendiendo lo necesario para ser un reflejo del amor de Dios. La confianza en ellos mismos, confiar en que son capaces de materializar sus sueños, anhelos y deseos en un bien mayor.
-Si pudiera resaltar una cualidad de santa Teresita, ¿cuál sería?
Yo resaltaría la alegría muy acompañada de la confianza. Teresita fue una mujer alegre, una mujer que abrazó su vocación con todo amor. Que supo asumir su vida desde la confianza y eso la ayudó a vivir con alegría.
-¿Cómo definir la santidad de Santa Teresita?
Ella es la santa de lo extraordinario en lo ordinario, por lo cual vivía en el amor que le ponía al servicio con sus hermanas. Santa Teresita es el ejemplo de una santidad cercana, una santidad que fue germinando en su familia, una santidad alcanzable. Es interesante ver en ella que no fue de acontecimientos extraordinarios como en otros santos. Si nos acercamos a sus obras, o leemos Historia de un alma, percibiremos que la santidad crece en lo ordinario de la vida. La santidad de Teresita es un proceso muy consciente del amor que recibió de Dios. Me parece que ella tenía una sensibilidad exquisita para percibir la presencia de Dios en acontecimientos que para muchos de nosotros pudieran pasar desapercibidos. Ella logró ver, en un tiempo difícil y con duras crisis que vivió, la misericordia de Dios. La síntesis de su santidad podría ser lo siguiente: «todo es gracia». Y desde esa clave vivió profundamente cada momento de su vida. La santidad como la percepción, la experiencia misma de la gracia en su vida y una gracia que es siempre un don y que nuestra tarea es hacerla resplandecer, ahí, donde nos toca estar.
-Se ha hecho de ella una imagen dulzona e infantil: ¿es el caminito espiritual algo dulzón y blando?
Lamentablemente se ha hecho ver a Teresita con esa imagen infantil y empalagosa con la cual, francamente, no estoy de acuerdo. Teresita fue una mujer fuerte con una espiritualidad sólida. Teresita asumió con mucha determinación su llamado, su conciencia de ser discípula del Maestro, su amado Jesús.
El caminito de la infancia espiritual, pareciera ser “infantil” o “pequeño” por el nombre mismo de este, pero realmente el camino de la confianza, es el del salto de la fe; confiarnos en las manos del Padre, incluso cuando no podamos ver nada. Un camino muy parecido al de la Noche Oscura de San Juan de la Cruz; un camino que no logra visualizarse con claridad, un caminar de noche, pero que en el fondo es un exceso de luz, un exceso de amor, un exceso de la presencia abundante y fascinante de Dios. El caminito de Teresita es caminar, sabiendo que aunque no lo veamos, que aunque no lo sintamos, que aunque muchas veces incluso dudemos de su presencia, ahí está como un padre amoroso acompañando nuestros pasos, nuestras caídas, nuestros atores.
El caminito de la infancia espiritual de Teresita es soltar el control de nuestras vidas, es saber que todo es gracia, incluso aquello que en ocasiones lo podamos ver como la mayor de las crisis de nuestra historia personal, comunitaria o humana. Y lo más bello del caminito de Teresita, es que justamente es el camino que ella recorrió. Como los grandes místicos y santos nos comparte su experiencia. Me atrevo a decir que no hay cosa de lo que nos cuenta en sus escritos que no haya tenido por experiencia. Esto evidentemente nos hace ver que este camino es posible y que es, posiblemente, el camino más corto para encontrarnos con la insondable misericordia de Dios Trino y Uno.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 1 de octubre de 2023 No. 1473