Es pertinente conocerse para saber elegir con prudencia y desde el amor de Dios

Por Martha Morales

Muchos jóvenes actuales viven solos, y eso está muy bien mientras estén acompañados en su interior por Dios; el silencio, la reflexión y las buenas lecturas les pueden ayudar a tener más conocimiento propio y de Dios, pero si viven solos para divertirse o por egoísmo, con el tiempo eso puede llevar al vacío existencial.

Hay jóvenes solteros que viven solos en espera de encontrar a la compañía adecuada, y elevan su corazón al Señor para acertar en esa elección, acuden a la Virgen para encontrar a la pareja que les va a hacer feliz y a quien ellos van a hacer feliz. A veces Dios retarda esa petición porque no es conforme a su voluntad, porque a veces no pedimos lo que Dios quiere para nosotros, sino que pedimos que esa persona sea guapa y rica, y quizás no es eso lo que Dios desea precisamente para mí. “Quien no acierta en el casar no acierta en nada”, dice el Quijote. El 90% de la gente no pone inteligencia al elegir. Si te saltas ese paso, es muy fácil que te equivoques. Hay cosas para las que no hay que tener prisa.

Muchos ya han hecho un ídolo de barro de sí mismos y se adoran a sí mismos en su corazón, o esperan un adorador en su pareja.

“El amor cuando llega puede ser muy ciego y cuando se va puede ser muy lúcido”, dice el psiquiatra Enrique Rojas.

Elegir y conocerse

Hay que saber qué busca uno en el otro: características interiores y exteriores. Si no encuentras a tu pareja, no hay que agobiarse. Hay que evitar probar, pues se pone cariño y, si viene la ruptura, esa experiencia puede resultar doloroso.

Para que una relación funcione hay que conocer a la otra persona. Los hombres y las mujeres no son iguales. El hombre necesita sentirse valorado, necesario, la mujer necesita sentirse amada. El hombre, cuando está mal, necesita aislarse. La mujer cuando está mal necesita hablar, hablar, hablar. A veces el varón no sabe qué le pasa, necesita reflexionar, pero ha de saber que no somos objetos de placer. La atracción a veces puede ser tan fuerte que, si no estás preparado, te puede arrastrar.

Ten un concepto elevado de ti mismo. Puedes partir de un hecho bíblico: Estás hecho a imagen y semejanza de Dios. Si trasgredes el Decálogo transgredes el amor.

Hay que conocerse. Hay 4 facetas en mi conocimiento: mi imagen (la que proyecto), lo que yo creo que soy, lo que soy de verdad y lo que enseño en las redes sociales (mi imagen digital). Si no hay unidad, eso acaba por rompernos.

El amor salva

No se trata de satisfacer la carne con el gozo o la gula. Hay ciertas lujurias que profanan nuestro cuerpo y nuestra alma, que nos llevan a envilecernos más que las bestias. Hay veces que se evitan los hijos matándolos en el vientre materno. Pecamos contra Dios, contra nosotros mismos y contra los inocentes que engendramos. A veces la frivolidad lleva a que la mujer ofrezca su cuerpo y caiga en el vicio y en el infanticidio. El amor salva, pero un amor específico: el amor a Dios. No hay que hacer a los demás lo que no quisiéramos que nos hicieran a nosotros.

Nuestro Buen Padre sabe que necesitamos el justo reposo una vez a la semana, y en ese reposo hemos de contar con Él y acordarnos de Él. Nosotros, insignificantes potencias, hemos de ocuparnos del alma. Para ello hemos de hacer oración, confesar nuestros pecados y tomar el Cuerpo de Cristo en la comunión.

Los padres han de hacer de sus hijos un nuevo Cristo, cuidar la belleza de su alma. Hemos de venerar a nuestros padres. Y ellos han de tratar de ser personas que luchan por ser según Dios, porque son ciudadanos del Cielo, pero no será así si se sumergen en el fango.

Los padres deben educar a sus hijos sobre el modelo que es perfecto que es Dios. El amor nos hace ser buenos formadores. Muchas veces los hijos representan el fracaso espiritual de los padres. A través de los hijos se ve lo que valían los padres. El hijo copia al padre o a la madre que tiene menos metas altas. No hay que juzgar a los padres, sólo amarlos, perdonarlos y obedecerlos salvo en lo que no es bueno. Sólo Dios es Juez y Juez santo.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 6 de marzo de 2022 No. 1391

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