Nunca es tarde para comenzar. Una buena noticia: La virginidad no es letal. La castidad ayuda a diferenciar entre la lujuria y el amor.
Por Rebeca Reynaud
A veces se piensa que se está perdidamente enamorado, y no siempre es así. Todos tenemos un peligro: buscar el interés personal, por encima del interés de la persona amada.
Si sales con alguien piensa: “Quizás salgo con mi futuro cónyuge”, por tanto, eleva el nivel, no te rebajes, ten en alto al otro, conócelo en su modo de ver el mundo y la vida.
A los 15 años, una joven echó por la ventana su virginidad porque el novio le pidió una prueba de amor. Ella pensó: “El don de mi cuerpo no importa tanto…, cederé”, de allí en adelante se perdieron el respeto. ¿Por qué? Él se llevó consigo algo que no le pertenecía. Aquello creó un círculo vicioso: la mujer quiere amor y, para conseguirlo, le da lo que el novio pide, esto es: sexo; él quiere sexo y para eso le da lo que ella espera: amor, pero amor interesado. El muchacho ama el sexo, no a ella, sino una parte de ella.
Si él (o ella) te presiona, no es digno de ti.
Cuando una chica salta de un chico a otro, y de una cama a otra, busca amor, seguridad, y la encuentra, pero sólo momentáneamente: eso no la hace feliz. ¡Ella está hecha para un amor que dure toda la vida, no sólo un día o un fin de semana!
Por robar la pureza de una chica y dejarla vacía, un joven ¿es más hombre? Es un canalla; es de los que dicen: “Yo valoro a una mujer por el grado de deseo que excita en mí”. Ese varón sacrifica a la mujer para su “uso”.
Si amas, buscarás lo mejor para la persona amada. Hay noviazgos que perduran sólo porque hay gratificaciones físicas, ¿qué sucede si decides quitarlas? verás la realidad. Una chica que las quitó, concluía:
-“Sencillamente él no estaba conmigo, estaba con mi cuerpo”.
Hay quien grita:
-“¡Soy libre, soy libre!”.
Dile: “Si eres tan libre ¿por qué estás tan vacío?”. Quita el sexo y verás qué base tiene tu amor: ¿buscas a tu amada por lo que es o por lo que te da?
La castidad, la abstinencia, entrena para la fidelidad. El 80% de los que han cohabitado antes de casarse terminan en separación, 8 de cada 10.
Nunca es tarde para comenzar. Una buena noticia: La virginidad no es letal. La castidad ayuda a diferenciar entre la lujuria y el amor.
Ver pornografía lleva… 20 segundos, y cuesta 20 años olvidarlo. La pornografía me incapacita para conocer a fondo a una chica, porque pienso sólo en el placer que me puede dar, pero no pienso en ELLA, no pienso en su bonito o mal carácter o en su elegancia interior.
Para tener alma limpia hay que tener mente limpia y al revés. Una chica a la que le costaba dejar sus malos hábitos dijo: “Fue el poder de la confesión lo que me hizo limpia”. Si decides contar con Dios, tu vida se llena de sentido, sino, caerás de bruces.
Pregúntate: ¿Soy una chica para una noche o para toda la vida? Si pienso que soy sólo para una noche, me falta autoestima; si quiero un amor para toda la vida, sé que valgo mucho.
-¿Cómo tener un corazón limpio si he sido un libertino?, preguntaba un deportista famoso.
-Cambiando tu modo de pensar de las chicas. Velas como tu esposa futura, como una mujer con dignidad grande.
-No hago mal a nadie.
-Te haces un mal a ti mismo.
La cohabitación antes del matrimonio aumenta el riesgo de ruptura. La pureza une, con ella se tiene un amor sin remordimientos.
Hay quien pregunta: “¿Cuál es el límite al que puedes llegar?”. Lo que no quieras para tu futura esposa, eso es el límite. Lo que no quieras para tu hija es el límite.
Un estadounidense que trabajaba en la industria de la “educación sexual amplia” y promovía todo tipo de relaciones íntimas, dejo de pensar de esa manera cuando su hija creció. Dijo: “Quiero la pureza para ella, quiero que tenga mirada limpia porque eso la va a hacer más feliz que una vida de descuido y desenfreno sexual”. Un hombre que ama a una mujer debe de pensar qué desea para sus hijos e hijas.
Agradezco al sitio web ideas claras. Tomé algunas ideas del video de Jasón de: Ama sin remordimientos que está en: https://ideasclaras.wordpress.com
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 3 de abril de 2022 No. 1395