En un telegrama firmado por el cardenal Parolin, Francisco reza por las víctimas de la masacre ocurrida ayer en una guardería de una pequeña localidad rural, donde un ex policía mató a 22 niños más otros 13 antes de quitarse la vida.
Por Alessandro De Carolis / Vatican News
Una locura feroz, más aún cuando se desata contra los más indefensos. Un reguero de sangre conmocionó ayer a Uthai Sawan, una localidad rural del noreste de Tailandia, donde un ex policía de 34 años irrumpió en una guardería poco después de la hora de comer y empezó a disparar a los pequeños, algunos de ellos de sólo dos años. Al salir del edificio, quedaron los cadáveres de 22 niños y dos profesoras, una de ellas embarazada de ocho meses.
La solidaridad de Francisco
Una escena indecible que el Papa, en un telegrama enviado con la firma del cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, calificó de «acto de horrenda violencia contra niños inocentes». Francisco ofreció sus condolencias y sus oraciones por las víctimas y todos los afectados por este trágico duelo, esperando que «en este momento de inmensa tristeza, puedan contar con el apoyo y fuerza de la solidaridad de sus vecinos y conciudadanos».
El hecho
La furia homicida había comenzado poco antes de llegar a la guardería cuando, Panya Kamrab, este es el nombre del asesino, un ex policía, había matado a dos personas en un centro de la administración provincial. Luego, tras la masacre de los inocentes, mató a otras siete personas, entre ellas un niño, de camino a su casa, donde, antes de suicidarse, acabó también con la vida de su mujer, su hijastro de cuatro años y otros dos adultos. Las investigaciones policiales aún no han aclarado qué fue lo que desencadenó tan violento desenfreno, pero se sabe que el hombre, antes de irrumpir en la guardería, tenía que comparecer en el juzgado ante el inminente inicio de su juicio por cargos de consumo y tráfico de metanfetamina, lo que había provocado recientemente su despido del trabajo.