EL DISCERNIMIENTO / 4
En la cuarta entrega de su catequesis sobre el discernimiento, el Papa Francisco resalta la importancia de conocernos a nosotros mismos
Redacción
Conocerse a sí mismo no es un trabajo sencillo, pero, aunque cueste, el hecho de detenernos y profundizar en lo que hacemos, sentimos y pensamos nos ayuda a caer en la cuenta de todo aquello que nos condiciona y que limita nuestra libertad para dar la vida por Cristo y ser así verdaderamente felices.
Conocerse a sí mismo
No es fácil conocerse a sí mismo, comienza diciendo Francisco, “el discernimiento de hecho involucra a nuestras facultades humanas: la memoria, el intelecto, la voluntad, los afectos. A menudo no sabemos discernir porque no nos conocemos lo suficiente, y así no sabemos qué queremos realmente. Habéis escuchado muchas veces: ‘Pero esa persona, ¿por qué no arregla su vida? Nunca ha sabido lo que quiere…’. Sin llegar a ese extremo, pero a nosotros también nos sucede que no sabemos bien qué queremos, no nos conocemos bien”.
En la base de dudas espirituales y crisis vocacionales, continúa, “suele haber un diálogo insuficiente entre la vida religiosa y nuestra dimensión humana, cognitiva y afectiva. Un autor de espiritualidad señaló que muchas dificultades en materia de discernimiento remiten a problemas de otro tipo, que deben ser reconocidos y explorados”.
“Conocerse a uno mismo no es difícil, pero es fatigoso: implica un paciente trabajo de excavación interior. Requiere la capacidad de detenerse, de ‘apagar el piloto automático’, para adquirir conciencia sobre nuestra forma de hacer, sobre los sentimientos que nos habitan, sobre los pensamientos recurrentes que nos condicionan, y a menudo sin darnos cuenta”.
Conocer las “contraseñas”
Viviendo en la era de la informática, compara Francisco, “sabemos lo importante que es conocer las ‘contraseñas’ para poder entrar en los programas donde se encuentran las informaciones más personales y valiosas. Pero también la vida espiritual tiene sus ‘contraseñas’: hay palabras que tocan el corazón porque remiten a aquello por lo que somos más sensibles. El tentador, es decir el diablo, conoce bien estas palabras-clave, y es importante que las conozcamos también nosotros, para no encontrarnos ahí donde no quisiéramos”.
Por esto, sugiere, es importante conocerse, porque “muchas veces lo que se dice en un programa en televisión, en alguna publicidad que se hace, nos toca el corazón y nos hace ir a esa parte sin libertad. Estad atentos a eso: ¿soy libre o me dejo llevar por los sentimientos del momento, o por las provocaciones del momento?
Examen de conciencia
Una ayuda para esto es el examen de conciencia, “pero el examen de conciencia general de la jornada: ¿qué ha sucedido en mi corazón en este día? Hacer el examen de conciencia, es decir, la buena costumbre de releer con calma lo que sucede en nuestra jornada, aprendiendo a notar en las valoraciones y en las decisiones aquello a lo que damos más importancia, qué buscamos y por qué, y qué hemos encontrado al final”.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 20 de noviembre de 2022 No. 1428