Por P. Justo López Melús

ALIVIO DE CAMINANTES

Mis contemporáneos –dice Gheorghiu en su libro De la hora 25 a la hora eterna—los hombres de este siglo científico y materialista, que no pueden vivir sin medirlo todo, se han esforzado en comprobar científicamente la dirección de mi vida, de mis pensamientos, de mis actos. Para ello han empleado naturalmente la brújula. Desgraciadamente la brújula sólo indica las direcciones de la tierra.

“Mis contemporáneos han comprobado, brújula en mano, que no me dirijo ni a la derecha, ni a la izquierda, ni hacia adelante, ni hacia atrás. ¿Por qué utilizan aparatos como la brújula, que no señalan más que los puntos cardinales y nunca el cielo? Precisamente el cielo es el punto de mi dirección. Estoy invitado al cielo”.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 25 de junio de 2023 No. 1459

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