EDITORIAL

Se suele decir que la ciudad que habitamos es nuestra “segunda piel”. Si eso fuera cierto, si de verdad lo comprendiéramos, haríamos más por cuidarla, por embellecerla, por evitar que factores externos la dañen, exactamente igual que lo hacemos con nuestra piel corporal.

“Dejar de valorar lo público aboca a no entender por qué hemos de valorar más la ley —el bien público por excelencia— que la fuerza”, escribió el historiador inglés Tony Judt. Valorar lo público es privilegiar el bien común por encima de los bienes individuales. Nuestras ciudades son el espejo de la anti-valoración de lo público.

Tenemos buenas leyes en lo urbano, lo ambiental, la movilidad o el cuidado del patrimonio cultural, artístico y tradicional. Pero a la menor provocación, nos olvidamos de ellas. Necesitamos la fuerza para cumplirlas, o el temor al castigo. Estadísticas de Transparencia Internacional Capítulo México señala que dos de cada tres mexicanos cumplimos la ley no por amor a la ley (amor a los otros), sino por temor a que nos infraccionen.

Sin embargo, no todo está perdido. Hay ya un gran movimiento mundial –en muchos aspectos liderado por el Papa Francisco—para generar la convivencia pacífica mediante el retorno al cuidado de la casa común y, por consiguiente, el cuidado de nuestras ciudades. Las dos últimas encíclicas del Santo Padre (Laudato Si ‘y Fratelli tutti) penetraron el corazón de millones de seres humanos –especialmente de los jóvenes— y ellos, sin alharaca, con gran fuerza, han tomado la estrategia de valorar lo público.

Las redes sociales han sido importantes en este desarrollo. Gracias a ellas podemos “viralizar” buenas prácticas de ciudades y personas en todo el planeta. Lo mismo en Curitiba, Bogotá, Viena o Berlín que en Querétaro, Campeche, Ciudad de México o en Pontevedra, Copenhague o Berlín. En esto no hay ideologías: hay una necesidad, arraigada en cada uno de nosotros, de vivir a la manera en que lo decía aquella canción del rockero español Miguel Ríos: “Todo a pulmón”.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 6 de julio de 2023 No. 1465

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