EDITORIAL
Este 2 de junio los mexicanos tenemos una cita importante con la historia. Parece frase trillada. No lo es. Ese día muchos creen que solamente importa la elección presidencial. Pero hay 20,366 cargos federales y locales a elegir, además del presidente. Lo que está en la balanza es la primera magistratura del país. Cierto. Sin embargo, lo que verdaderamente peligra es nuestra frágil democracia.
En el primer cuarto de este siglo hemos experimentado ya la alternancia. Hemos dado oportunidad al PAN, al PRI y a Morena. Ya sabemos de qué van cada uno. Ya sabemos sus alianzas y sus alcances. También sus límites y sus errores. Si hasta el 2018 le entramos a una especie de lotería (“a ver si estos salen buenos porque los otros ya me colmaron el plato”), en 2024 tenemos que ser mucho más serios. Se trata del presente y el futuro de nuestras familias. De nuestra sociedad.
En la Grecia clásica se le llamaba idiota al ciudadano que teniendo el privilegio de serlo (hay que recordar que ni las mujeres, ni los extranjeros, ni los esclavos alcanzaban esa categoría) se mantenía al margen de los asuntos de la polis. Vigilando solo sus intereses. Olvidándose de participar. Embebido en su placer y sin ninguna responsabilidad asumida para con el bien público. El nombre estaba bien puesto: solamente un idiota puede pensar que “se merece” el privilegio de no interesarse y actuar por los demás.
Este año, El Observador va a alzar la voz de los católicos de México. No al odio, sí a la concordia. No a la violencia (sea verbal o física), sí a la paz que alegra la esperanza. El país ya no aguanta más sangre, más pobreza, más encono. Este 2 de junio debe ser una elección ciudadana. Recuperar el valor civil que, como lo ha definido Gabriel Zaid, es “valentía frente al poder y el qué dirán”.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 14 de enero de 2024 No. 1488