Editorial
¿Hay en la infancia alguna emoción más grande que escuchar: “Había una vez…”? En los cuentos, los relatos, las fábulas, los grandes libros que han acompañado a los niños desde siglos atrás son un enorme surtidor de recuerdos y la apertura de un horizonte sin límites para cuando sean mayores. Un tema que no suele aparecer en los relatos de los poderosos, de los hombres y mujeres que se creen con la regla de vida en sus manos, los engloba a todos: que en ellos el débil —el que aparece como débil— termina por triunfar.
Crecer con esa fuerza no es una ilusión. Al contrario, es la fuente genuina de la esperanza, de la alegría y del consuelo. Como dice Irene Vallejo en su Manifiesto por la Lectura: “Somos una especie frágil, particularmente frágil: ni muy fuerte, ni demasiado rápida ni especialmente resistente al hambre, la sed, el calor o el frío.
No estamos adaptados al vuelo o la vida bajo el agua. (…) Sin embargo, la brisa de una cualidad asombrosa nos ha impulsado hacia un desarrollo inesperado, hacia un imprevisible progreso. Esa facultad es nuestra imaginación, que, aliada con el lenguaje, nos permite soñar lo inconcebible, colaborar y fortalecernos unas a otros. Somos la única especie que explica el mundo con historias, que las desea, las añora y las usa para sanar”.
Este número de El Observador coincide en la fecha con el Día Nacional del Libro (y la lectura). Homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz. Nuestra auténtica fortaleza es la creatividad Y la creatividad por la palabra entra. Y la creatividad es un arma cargada de futuro. Y como bien remata Irene Vallejo en otro texto: “La invención de los libros ha sido tal vez el mayor triunfo en nuestra tenaz lucha contra la destrucción”.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 12 de noviembre de 2023 No. 1479