Por Mary Velázquez Dorantes

SERAPAZ es una organización civil mexicana que brinda apoyo y servicio para la paz en México. Trabajan bajo el acompañamiento y fortalecimiento de los actores sociales, buscan consolidar iniciativas para transformar positivamente los conflictos y la violencia que vive nuestro país. Sus ejes de transformación giran alrededor de los derechos humanos, la seguridad, la justicia y los derechos sociales de cientos de personas que han vivido el conflicto. Familias mexicanas que han sufrido a causa de la desigualdad y una realidad donde la violencia escalada en número de víctimas, asesinatos y personas desaparecidas. La directora de esta ONG, Diana Lepe, conversó con El Observador de la Actualidad sobre esta realidad:

¿En qué consiste el proyecto SERAPAZ México?

El proyecto SERAPAZ consiste en ser una organización en la sociedad civil mexicana. Nos dedicamos a aportar una cultura de paz en este país, atendiendo, acompañando, abordando el conflicto social que vivimos. Esto es a través de un acompañamiento en comunidades y en distintos momentos hacemos un acompañamiento en procesos de medición. SERAPAZ acompaña a comunidades que resisten en sus territorios para que no sean despojados de ellos, ni de sus tradiciones y cultura.

También trabajamos con colectivos y el movimiento nacional por nuestros desaparecidos en México que, lamentablemente, son familias que están buscando a sus seres queridos en el país y que han sido desparecidos desde hace mucho tiempo. En este sentido trabajamos, además, con comunidades desplazadas principalmente por conflictos territoriales y por la violencia que se vive en este país. El alto grado de violencia que tiene México lleva a miles de familias a desplazarse de sus lugares de origen, ya sea optando por Estados Unidos o alguna otra ciudad. Y estos territorios son lastimados por la gran riqueza que tienen en sus recursos naturales.

¿Qué herramientas debemos aprender a construir los mexicanos para crear una cultura de paz?

Desde nuestro enfoque y forma de trabajar para la construcción de paz en México, es vital aprender cómo trabajar de cara a la conflictividad. Y para eso nosotros tenemos una metodología que se llama transformación positiva de conflictos, que fue acuñada hace mucho tiempo y que hemos adaptado a la realidad mexicana. Buscamos que las personas aprendan a tratar los conflictos sin violencia, un conflicto no es violencia, sino que la violencia es una forma de tratar el conflicto. Creemos que los conflictos, aunque sean difíciles e incómodos, son una posibilidad de cambio social. En este sentido lo que recalcamos es tener una cultura del diálogo, una cultura de la no violencia, de lograr llegar a las alternativas, de pensar fuera de la caja para las soluciones y que la violencia no sea la primera vía.

¿Cuáles son los retos que enfrentamos para fortalecer la cultura de no violencia?

Hay un reto muy importante: estamos acostumbrados a trabajar y a eliminar el conflicto, pero para para nuestra organización el conflicto es parte de la naturaleza humana, lo que no debería de existir es la violencia. Sin embargo, en la realidad mexicana, en nuestra cultura, poco aprendemos sobre cómo solucionar las cosas, cómo buscar alternativas o abordar cosas incómodas que sean distintos a la violencia. Eso nadie nos lo enseña y se convierte en algo muy complejo dentro de una cultura donde la exaltación de la violencia la tenemos en el día a día.

Y no sólo está presente cuando se agrede físicamente a alguien, sino que también la vemos común y cotidiana en la música, en la televisión, en las series, en los videojuegos, en las redes sociales y, además, se le celebra. Es compleja porque hay pocas escuelas que nos enseñan a solucionar y resolver las cosas. Aquí está el reto.

¿Cómo podemos los medios de comunicación sumar esfuerzos para una sociedad pacificadora, libre de violencia?

Los medios de comunicación son un gran reproductor de la cultura, son un gran reproductor de la violencia y la exaltación de la misma. En distintos momentos, nosotros como organización, hemos pedido dialogar sobre este fenómeno, les animamos a que, si bien se hable de lo que sucede, no se exalte la violencia, sino que se reconozca la capacidad de transformación que tienen las personas que están resistiendo.

Por ejemplo, en lugar de que la primera plana sean los temas sensacionalistas sobre cómo alguien perdió la vida, mejor exaltemos la lucha de la familia por la justicia, es decir, fijarnos cómo vamos narrando a partir de las historias de resistencia y de logro que están buscando justicia y vivir dignamente.

Esto ayuda a evitar la revictimización y el hecho de lastimar nuevamente. Es algo que buscamos en los medios de comunicación, también ver la comunicación para la paz y que esto ayude a dignificar a las familias y a las víctimas.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 28 de enero de 2024 No. 1490

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