Por P. Justo López Melús

Jesús, en el Evangelio, alaba la habilidad del mayordomo infiel que, ante el trance de ser despedido, se las arregla para prepararse para un cómodo porvenir. No alaba Jesús la injusticia, sino el ingenio que pone en juego para salir a flote, y termina Jesús lamentando que los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz.

Dos cazadores estaban en pleito. Uno de ellos preguntó a su abogado sobre la conveniencia de enviar unas perdices al juez.

–De ningún modo contestó el abogado–. Ese juez alardea de insobornable. Un gesto así produciría el efecto contrario.

Bien, pues ganaron el juicio, y el hombre agradeció el consejo del abogado, y le explicó:

–Al final, envié las perdices al juez… bajo el nombre de nuestro oponente.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 28 de enero de 2024 No. 1490

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