Por P. Fernando Pascual

La expresión “ciencia con conciencia” ha sido usada diversas veces y resulta sumamente sugestiva, sea para los investigadores, sea para quienes trabajan en el mundo de la tecnología.

Podemos esbozar algunas reflexiones ante lo que podemos pensar ante estas palabras, “una ciencia con conciencia”, que esperamos puedan unirse a las que otros hayan ofrecido anteriormente.

La primera: la ciencia no tiene conciencia. Tienen conciencia solamente los científicos y quienes financian, divulgan y promueven su trabajo.

La segunda: la ciencia es una actividad humana, y en cuanto humana puede ser orientada hacia el bien o hacia el mal, puede ser realizada con mayor destreza o con descuidos lamentables.

La tercera: la ciencia necesita conciencia porque un científico sin conciencia puede manipular datos, mentir en estadísticas, interpretar resultados de modo sesgado, someterse a intereses de patrocinadores sin escrúpulos.

La cuarta: la buena conciencia permite al científico respetar a colegas que investigan temas similares, sin robarles información, sin calumniarlos si ofrecen datos diferentes que pueden ser bien fundados, sin aspirar a ensombrecerlos por culpa de ambiciones deshonestas.

La quinta: la ciencia con conciencia vive desde el amor a la verdad y desde la libertad de quien no se deja comprar ni por grandes compañías farmacéuticas, ni por empresas de diferentes ámbitos tecnológicos, ni por gobiernos que busquen resultados favorables a ideologías antihumanas.

La sexta: la ciencia con conciencia no se permite emprender experimentos sobre prisioneros a los que, con presiones sutiles o directas, se les invita a “colaborar”; ni sobre enfermos ancianos con una enfermedad terminal; ni sobre embriones o fetos que luego serían destruidos.

La séptima: la ciencia con conciencia ofrece los resultados de estudios bien llevados para tutelar la salud de la gente, para atender mejor a los enfermos, para promover tecnologías orientadas a la paz y la justicia, para proteger el ambiente que nos permite vivir.

La octava: la ciencia con conciencia se construye desde el trabajo de cada día de miles de investigadores y científicos que recuerdan continuamente cómo lo que ellos descubran puede mejorar la vida humana o puede ser usado para la guerra o para la destrucción de ecosistemas que merecen ser conservados.

En definitiva, la ciencia con conciencia coincide con algo tan sencillo como la llamada que tenemos todos para construir, desde el amor a la verdad y la justicia, sociedades acogedoras, que respeten la dignidad de cada ser humano en las diferentes etapas de su vida terrena, mientras camina hacia el horizonte que se inicia tras la muerte…

 
Imagen de Konstantin Kolosov en Pixabay


 

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