Por Juan Diego Camarillo

A 3 años del retorno a la casa del Padre del sacerdote Emmanuel Cueto Ramos.

La tecnología ha abierto nuevas puertas y ha acortado distancias de una manera sin precedentes.

Esto me llevo a pensar en el padre Emmanuel Cueto Ramos, un sacerdote joven y santo perteneciente a la orden de los Apóstoles de la Palabra, que tuvo siempre una cercanía virtual incluso en los momentos difíciles durante los últimos meses de su vida en el año 2021, con un agresivo cancer que lo deterioró muy rápido dejándole ciego y sordo.

A pesar de su corta trayectoria sacerdotal de apenas cuatro años y sus 31 años de vida, el padre Emmanuel, también conocido como el «Pater Ogro», dejó una profunda huella en la comunidad católica en línea. Su alegría contagiosa y su cercanía con los feligreses se combinaban con una profunda propiedad y respeto por su rol como sacerdote.

Aunque no tuve el privilegio de conocer personalmente al padre Emmanuel, varios amigos en la fe me cuentan que tuvieron la oportunidad de entablar conversaciones privadas con él a través de las redes sociales. Yo mismo no fui la excepción, pues como joven con inquietudes teológicas, decidí escribirle en busca de claridad sobre un tema en particular. Para mi sorpresa, recibí una respuesta.

Emocionado por esta conexión, decidí compartir con él mis experiencias y mi entusiasmo por utilizar los medios digitales para la evangelización. Durante nuestra conversación, el padre Emmanuel me alentó a seguir en ese camino y a escuchar la voluntad de Dios a través de la oración. Sus palabras de ánimo y su apoyo fueron significativas en ese momento de mi vida y me motivaron a continuar mi labor evangelizadora en el mundo digital.

Hoy en día, sigo comprometido con esta misión de evangelización a través de medios digitales, y agradezco a la Divina Providencia por haberme puesto en este camino. Mientras desempeño mi labor en El Observador, rezo a Dios y pido la intercesión del padre Emmanuel desde el cielo por todos los comunicadores católicos y más aún por los sacerdotes que deciden abrirse a este púlpito digital y que constantemente corren el riesgo de contaminarse por el protagonismo que ofrece. Que su ejemplo siga guiando a todos los que nos dedicamos a esta noble tarea, para que podamos mantener a Cristo en el centro de nuestro mensaje y llevemos alegría al hablar de Él.

«‘ALLÁ PODRÉ VER, ALLÁ NO HABRÁ LLANTO NI DOLOR. HABRÁ GOZO Y PAZ EN EL CIELO, Y ALLA ES NUESTRA PATRIA, NO AQUÍ. ESE ES MI MENSAJE.”

 

Por favor, síguenos y comparte: