Por P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC.
Por beneplácito divino la Santísima Virgen de Guadalupe, ha recorrido el camino interior de muchos mexicanos y de sus hijos de otras tierras del mundo, que son nuestros hermanos, los humanos.
Un camino interior prehispánico hasta nuestros días, de impresionante tecnología en ese peregrinar del ‘homo sapiens’ al ‘homo videns’ por el progreso tecnológico y la inteligencia artificial hacia el Tepeyac, casi a punto de cumplir cinco siglos (1531-2031).
Ubicados en nuestro tiempo, con una mirada retrospectiva pretendemos conocer e interiorizar ese amor singular por México y por todos los pueblos de la tierra, para saborear el amor de Dios, a través de su Santísima Madre, María de Guadalupe, que como signo es memoria, profecía y presencia, desde el poema litúrgico del Génesis, su vida histórica como Miryam de Judá, hasta la visión trascendente de la historia en el Apocalipsis: la gran Señal de Dios,-aparte de la otra gran Señal de Dios, el misterio pascual de Cristo-:la Mujer, vestida del Sol, con la Luna bajo sus plantas ( cf Ap 12, 1ss).
1) Contexto prehispánico.
El primer filosofar de los pueblos antiguos privilegia el lenguaje simbólico de los mitos. El pueblo mexica o tenochca no es la excepción. Son importantes los mitos cosmogónicos, para adentrarnos en el corazón de este pueblo quien habrá de ser evangelizado por Santa María de Guadalupe en la lid del Mensaje inculturado de Jesús, desde las categorías nahuas.
Hemos de atender al dicho de Heidegger, quien afirma, que lo más importante del mito es lo que no dice sobre lo que expresa; se ha de dar el paso del lenguaje simbólico a nuestro lenguaje conceptual. Este paso es muy delicado y diríamos, aproximativo, desde la tradición Toltecáyotl,- cultura tolteca, hasta la Mexicáyotl, cultura mexica o tenochca.
Para nuestro propósito nos centramos en el mito del Quinto Sol, cuya desaparición traería la catástrofe de la desaparición misma de la humanidad.
Los mexicas se consideraban el ‘Pueblo del Sol’, por eso ofrendaban el corazón de las víctimas sacrificadas, para que el Sol que declina, ’Cuahtémoc, fuera ‘Cuahutlenahui’, es decir, fuera el Sol que se levanta, el Sol triunfador.
El Sol, o Hitzilopochtli, había nacido virginalmente de la Coatlicue Tonátzin, de la Madrecita Tierra, por las plumas preciosas de un Colibrí o Hutzil; ella hacía sus labores en el Tepeyac. Previamente por el Cielo o Ilhuícal había engendrado a Coyolxauhqui, -la Luna, y a los Centzontlatoa, Centzonhiuznahua o innumerables Estrellas o hijos.
Estos primeros hijos indignados ante el nuevo hijo se lanzaron contra su Madre para acabar con ella; al pretender realizar esa acción, nace el Niño Sol, Huitzilopochtli, o Colibrí del Sur o zurdo engendrado virginalmente, y con sus serpientes de fuego, los vence.
Así se inicia esa guerra cósmica intermitente, que nos habla del ‘amanecer’, o de Tonatiuh, el Sol que está viniendo.
Huitzilopochtli-Sol, tiene su correspondiente en el Águila; la Serpiente, en la Tierra; la Nopalera es Coyolxauhqui quien lanzada a la laguna, emerge con las tunas, que son los corazones para alimentar simbólicamente al Sol.
El códice mendocino, da fe de esto: en una ‘X’ inscrita en un rectángulo, que señala los 365 días al año o 366 cuando el año es bisiesto, -los cinco días o seis, son días ‘nemontemi’ o vacíos; el águila en el centro sin la serpiente, evoca al Sol que está en el cenit, que ha vencido; bajo una roca con líneas de agua, -la laguna, y debajo de ella, el escudo y las flechas, -in mitl in chimalli, difrasismo o bilexismo de la guerra. En lo espacios triangulares son los barrios; en la parte superior o el norte, una choza, así empezaron los mexicas humildemente, en esa zona del Tepeyácac o cerro en forma de nariz o terminación del cerro. En la parte inferior bajo el cuadrado generado por la ‘X’ aparecen los mexicas o tenochca quienes agigantados, vencen a otros pueblos.
Nobleza obliga, porque son macehualli, o nacidos de la penitencia de los dioses, de Hitzilopochtli o Quetzalcóatl. Tienen que ofrecer, el Chalchíhuatl, el agua de jade, el agua preciosa, o la sangre divina, porque fueron formados de ella con los huesos de los hombres antiguos que perecieron en catástrofes anteriores.
2) Dos visones, encontronazo de dos mundos.
San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, vivió en un contexto de desastre por el encuentro violento de dos culturas. El Padre Pedro Alarcón Méndez, SM, señala un aspecto trágico cuando indica que los europeos fracasaron al no reconocer la “otredad” del indígena: Cristóbal Colón no conoce al indígena y no lo ama; Hernán Cortés conoce al indígena en forma refinada pero los utiliza; Fray Bartolomé de las Casas ama al indígena, pero no lo conoce; los misioneros etnógrafos aman y conocen al indígena, pero les invade el pesimismo ante la conversión del indígena. Solo el acontecimiento de la Aparición de la Virgen de Guadalupe da inicio a una verdadera evangeli- zación inculturada (cf ALARCÓN MÉNDEZ, Pedro “El Amor de Jesucristo Vivo en la Virgen de Guadalupe, pág. 50 a 61).
La pena de la Conquista, amén de algunas acciones injustas, penosas y dolorosas, la evangelización estaba bajo el predominio de una cristiandad confundida con el poder temporal. Como señala el Padre Alarcón, que las apariciones de la Virgen a Juan Diego confirmadas por la tilma milagrosa, -ayate-, conducen a la superación de esta ambigüedad.
La Virgen de Guadalupe funda la fe desde el respeto al indígena, como igual, no idéntico, diferente, no inferior.
Desde Guadalupe se tiene un modo nuevo de vivir la fe; conduce a una nueva conciencia eclesial y social. Se da ese verdadero proceso de inculturación del Evangelio desde la palabra, acciones y la imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe. Desde este encuentro se tiene el paradigma del encuentro de todo ser humano con el Dios vivo, el Dios por quien se vive desde y con la Santísima Virgen María. La comunidad indígena desde su cultura devastada y su filosofía pulverizada se convierte en la primera comunidad que recibe este mensaje, (cf ibidem), como señaló el Papa Francisco, “el mensaje de la Virgen de Guadalupe es mi mensaje y el mensaje de toda la Iglesia”. Ningún Papa había expresado tan puntual, profunda y sintética afirmación sobre el alcance del mensaje de la Virgen del Tepeyac.
3) Encuentro de la Santísima Virgen con san Juan Diego, encuentro también con Jesús.
El encuentro de la Virgen de Guadalupe y san Juan Diego Cuauhtlatoatzin, también es encuentro con Jesucristo Nuestro Señor y con Nosotros, hoy.
Millones de personas, anualmente, peregrinan a este Santuario de Guadalupe, la Casita de la Madre y la Casita de los hijos, para tener un encuentro entrañable con Ella, quien es Casa de Dios y nuestro Hogar, como lo experimentó san Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Ahí se experimenta el beso y el abrazo de la Madre. Nos ofrece su ternura y está pronta a nuestro auxilio y socorro. Ese anhelo que existe en nuestro corazón se ve colmado en el encuentro de corazón a Corazón, encuentro indescriptible. No se describe; se siente. Pero la Virgen, no está sola. A través de Ella, se propicia el encuentro con el Dios Dador de la Vida. Ella es su Madre y continuamente lo ofrece en este encuentro. Ella en su ternura de Madre, en su mirada compasiva y respetuosa, quien nos toma amorosamente en serio como a sus hijos pequeños, -no importa nuestra edad, ni nuestra condición-, nos revela a Dios Amor, su Hijo Amado, Jesucristo. Por eso el encuentro con Ella y san Juan Diego Cuauhtloatzin, es también encuentro con Él. Así nos lo declara en el Nican Mopohua “Sábelo, ten por cierto, hijo mío el más pequeño, que yo soy la Perfecta Siempre Virgen Santa María, Madre del Verdaderísimo Dios por quien se vive, el Creador de las personas, el Dueño de la cercanía y de la inmediación, el Dueño del Cielo, el Dueño de la Tierra. Mucho quiero, mucho deseo que aquí me levanten mi Casita Sagrada en donde lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto: lo daré a las gentes en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en mi salvación…” (Traducción, P. Mario Rojas: 26-28).
Se tiene que ir más allá de lo conceptual a la vivencia y contemplación del misterio; sumergirse en Ella con san Juan Diego y en el misterio del Amor que implica, para encontrarnos con Él, con
este Dios Dador de la Vida y del Amor. Quizá muchos de nuestros hermanos, tienen corazón de pobre, -esa es la condición necesaria-, lo experimentan, diría, en un éxtasis de gozo íntimo y profundo. Así sabemos que la religiosidad de nuestro pueblo cimentada en la Virgen Santísima de Guadalupe se centra en su mensaje afectuoso y eterno, incluso, es para todas las culturas y naciones, por su carácter de encuentro de personas: Dios quien se revela en Santa María de Guadalupe, la Virgen misma y san Juan Diego y de sus hijos pequeños.
Ciertamente, pervive el mandato de la Virgen a san Juan Diego y en cada uno de nosotros, porque todavía no se termina de edificar la Casa-Comunión-Iglesia-Hogar-Nación: “Y para realizar lo que pretende mi compasiva mirada misericordiosa, anda al palacio del Obispo de México, y le dirás cómo yo te envío, para que le descubras cómo mucho deseo que aquí me provea de una Casa, me erija en el llano mi Templo; todo le contarás, cuanto has visto y admirado, y lo que has oído”( N.M. 33).
Tomando el trasfondo simbólico implicado en esta petición, no solo es de ayer, sino permanentemente hay que edificar la Comunión-Familia con Ella, con la Jerarquía con el pue- blo creyente, en la interpretación vital de las Escrituras y desde la Tradición Viva. Ella forma a sus hijos, -como lo hizo con san Juan Diego Cuauhtlatoatzin, en Comunidad-Iglesia, con la Santa Escritura y los Sucesores de los Apóstoles, -El Papa, los Obispos-, para acoger constantemente su Mensaje: Mensaje de Comunión, de Vida y de Amor, con ese toque y cercanía a la persona. Nuestra apertura a la Virgen y a san Juan Diego es apertura a su Hijo, a la Iglesia y a todas las personas: “Hagan lo que mi Hijo les diga” (Jn 2, 5). Hemos de disponernos para acceder a estos canales que terminan en la experiencia del Dios Amor. Nuestra Iglesia, -Comunión y Comunidad-, debe de vivir como Comunidad Viva de actualización e Interpretación del Mensaje de Dios, en el Mensaje de la Madre Santísima y de san Juan Diego: el Mensaje de la Madre entregado a san Juan Diego, al Obispo, es el Mensaje de Dios; Iglesia Sinodal en salida.
Con Ella y san Juan Diego se puede vivir la Palabra en plenitud; con Ella, podemos tener ese encuentro continuo con Dios y con los hermanos. Ahí está el secreto de la Nueva Humanidad, el secreto de la cultura del amor, para construir la Civilización del Amor, que abarca a todas las naciones y alcanza el Cielo.
La Santísima Virgen y san Juan Diego Cuauhtlatoatzin, origina ese movimiento afectivo y de fe, que integra la cultura, las personas y los pueblos. He ahí la trascendencia, la centralidad y la impostergabilidad de identificarnos con san Juan Diego, para vivir, celebrar y gozar el ser engendrados permanente por la Santísima Virgen María de Guadaupe en este nuestro tiempo que ha perdido el sentido de la vida y de la Historia de la Salvación, hoy. Nuestro reto es decir y anhelar ser Juan Diego Cuauhtlatoatzin: “yo soy Juan Diego”.
4) Cercanía de Dios Amor a través de los diálogos tiernos de la Santísima Virgen y san Juan Diego Cuauhtlatoatzin.
Dios es Amor (1 Jn 4,16), como lo señala San Juan; en él llega al culmen de su experiencia cercana a Jesús; se recostó en el pecho del Salvador, estuvo al pie de la Cruz y contempló cómo después de la lanzada brotó sangre y agua. “El que lo vio da testimonio de ello” (Jn 19, 334-35) quien testifica el amor total de Jesús. Jesús enseña a amar hasta la muerte e incluso hasta la muerte generosa de la Cruz. La entrega total.
Desde el Génesis (Gén 1, ss) conocemos la voluntad creadora de Dios; hacernos según su imagen y su semejanza, semel demunt, porque quiere prolongar su familia; su acción creadora se orienta a hacernos sus hijos, no solo sus creaturas.
Nos hace ‘cercanos’ y se hace cercano a nosotros. Empieza por prepararnos una casa que es el Universo; una casa cósmica hermosa toda la tierra con un techo de estrellas, el cielo sideral, espacio inconmensurable. Y vio Dios que todo era tov es decir bueno y hermoso, hermoso y bueno.
La palabra inicial de la creación con la cual se inicia el Génesis es BERESHIT BARAH ELOHIM, al principio creó Dios, nuestra Casa. Curiosamente casa en el hebreo antiguo se dice como la pri- mera letra del alefato, BET; en el hebreo moderno se dice BAIT. Es la palabra inicial que aprenden los párvulos en las escuelas israelitas. Así Dios, al principio crea la realidad que habrá de circundarnos: el PARAÍSO. Y Él es cercano. Los papás manifiestan esa cercanía de Dios, a través de su amor y de su ternura; preparan la casa e incluso somos su imagen y semejanza a niveles genéticos: somos su misma carne y su misma sangre. Ellos en su modo maternal-paternal, hacen cercano y tierno a Dios Padre que tiene entrañas de Madre,-rahamim.
Cuando se vive la misericordia, se es casa para los necesitados de ‘corazón’: misericordare, dar el corazón al que se siente o es miserable desde su psicología, sus vulnerabilidades físicas, económicas o sociales.
Otra palabra que empieza con BETA es la palabra BERITH, -Alianza; Dios hizo una Alianza con nuestro primer padre, a través del mandato: ‘No coman del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal’. Pero no obedecieron. Se pierde el Paraíso de cercanía con Dios y todo se torna un desierto: la ausencia de Dios. Pero aun así Dios es compasivo, misericordioso y fiel con su obra amada, los seres humanos; no los abandona a su suerte. Y progresivamente se adentra en la historia ‘de muchos modos y de muchas maneras’, como lo dice la carta a los Hebreos (1,1); particularmente a través de Abrahán, con quien hace una Alianza, y se prolonga con los patriarcas y con Israel mismo.
Una Berith, -Alianza con Israel a través de Moisés, como lo narra el Éxodo. Dios les da el Decálogo, o su DEBARIM, Diez Palabras, que comportan dos columnas que habrán de sostener la fe-esperanza y la justicia-santidad del Pueblo de Israel, Pueblo de Dios, Familia de Dios, que difícilmente cumplieron la Alianza, BERITH, Pacto.
Para el Faraón egipcio, necio, Dios tiene DIEZ PALABRAS, que son las diez plagas. Qué pena que a veces los gobernantes son azote para su pueblo porque pisotean su dignidad humana. Usur- pan el lugar de Dios; en lugar de ser servidores de su pueblo, se convierten en ‘dioses’ que esclavizan y atraen desgracias a sus naciones, como lo atestigua la historia reciente, del siglo pasado y la contemporánea.
A través de los Profetas, Dios manifiesta su EMETH y su HESED, su Fidelidad y su Amor, centrada en el Mesías; Él mismo es ese EMETH-Fidelidad y la expresión viva y encarnada del HESED, -Amor misericordioso. Incluso san Pablo llamará a Jesucristo, el Amén de Dios. Él mismo es la plenitud de los tiempos: compendia en sí la eternidad y la historia.
Dios que es el SHADDAY, el Dios Altísimo, el que mora en las montañas, progresivamente se hará cercano hasta que Dios prepara y dispone su CASITA en la tierra de Palestina, en Nazaret de Galilea. “Dios envió a su Hijo nacido de una Mujer” (Gál 4,4-7). Pidió su consentimiento, a la Casita-María siempre Virgen, llena de Gracia, para que fuera en el tiempo el Vientre-Casa inmaculada de Dios Padre, -Casa santísima del Verbo eterno (Lc 1, 26 ss). Solo dice ‘hágase en mí según tu palabra’; y el Verbo de Dios se hizo carne y a través de Santa María, Tienda de Dios, puso Dios-Hijo su morada entre nosotros. Siempre lo acompañó; siempre fue cercana: en Belén, en algunas correrías misioneras de su Hijo; ahí está Canná, donde la Virgen Madre, GEBIRAH, la Madre del Rey, interviene, para iniciar los tiempos mesiánicos de la abundancia, cifrados en el vino para esa fiesta de los recién casados; hasta su cercanía-junto a la Cruz.
María, la mujer del silencio, donde el Padre Silencio eterno, escucha-engendra a su Hijo, Logos, Verbo, Palabra, Dabar Yahvé. Solo en el ‘sí’ y en el silencio de nuestro corazón se puede engen- drar-escuchar ‘místicamente’ al Verbo de Dios, para que asuma progresivamente nuestra humanidad, y seamos también hijos en el Hijo, hijos del Padre e hijos de María, su Familia, su Pueblo, Iglesia, el ‘sí’ de Dios en Cristo Jesús.
El Espíritu Santo, el beso y el abrazo del Padre y del Hijo, lleno de ternura amorosa- la cubrió con su sombra fecunda; en Ella por el sí de Santa María el Espíritu, Ternura y Abrazo de Dios, sigue haciendo fecunda a su Iglesia, para que el Verbo-Palabra siga naciendo en los diversos espacios, tiempos y contextos, por más adversos que sean.
En un contexto de tragedia por la conquista de México, -1521, y las pandemias; según los expertos de veinte millones después, quedaron solo siete millones de indígenas. Tragedia porque pareciera que su esfuerzo por mantener el ‘Quinto Sol’, el equilibrio del universo fue inútil porque ‘el Sol’ seguía saliendo. Qué dolor y que vacío existencial que los llevó a decir en el ‘Nican Umpehua’, “déjenos morir, ya no queremos vivir”. Diez años de acontecido esto como lo narra el Nican Mopohua, -testimonio oral de san Juan Dieguito Cuauhtlatoatzin puesto por escrito posteriormente por Antonio Valeriano, aparece la gran ‘Señal de Dios’ (Ap 12, 1 ss) que es la Virgen Santísima en la colina del Tepeyac. Ese desierto del corazón y del espacio se convierte en xochitlalpan, como lo dice san Juan Dieguito Cuauhtlatoatzin: hay flores, hay cantos de las más variadas aves y la montaña, donde parece que escucha una armonía celestial a coro, de flores, de cantos, de ‘In Xóchitl in Cuicatl’; ilhuicatlazocuicatl-el precioso canto celestial. Ese escenario que es esa CASA CÓSMICA del Paraíso, donde Dios va a hacer nuevas todas las cosas, se da el encuentro de Dios a través de Santa María de Guadalupe y de San Juan Dieguito, en representación de todas las etnias y todos los amados de Nuestro Señor, aunque sean de las más variadas razas y lugares.
Un encuentro con el protocolo propio de la nobleza mexica. Al Huey Tlatoani, -el gran jefe, se acercan los Tlatoanis, jefes menores y responsables de unas demarcaciones territoriales, al llegar a la puerta, de la casa del gobernante principal dicen ‘Señor’; entran de modo indirecto por respeto, dicen ‘mi Señor’ y al estar en su presencia inmediata lo llaman ‘mi gran Señor’.
La Santísima Virgen saluda a San Juan Dieguito con sumo respeto y ternura, con los protocolos regios de los mexicas: Juanitzin, Juan Diegotzin, –Juanito, Juan Dieguito; por la terminación ‘tzin’, implica el referencial de respeto ‘gran Señor Juan Diego; de ternura hijito Juan Dieguito y de la condición pobre, pobre y vulnerable Juanito, Juan Dieguito. Añade el término Noxocóyouh, ‘Hijito mío el menor’, literalmente mi fructificación, mi fructuosidad. Es el hijo más pequeño y más querido para la Virgen Santísima. El título afectivo y tierno será siempre Noxocóyouh, hijo mío el más pequeño, el menor. A Ella, a la Virgen Santísima, san Juan Dieguito Cuauhtlatoatzin, la llamará: Notecuiyoé, Señora mía, Patroncita, Dueña mía; también la llama Cihuapillé, es decir Reina, Niña, Niña mía; además la llamará Nochpochtziné, Mi muchachita, Muchachita mía Virgencita mía, está en relación a Ichpochtli, Virgen, mujer joven como el hebreo Almah, es decir, ‘mujer entera’, no betulah, virgen mayor o anciana.
Se presenta la Virgen como la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Ipalmenohuani, – el Dador de la Vida, del Nelli Teotl, del Dios verdaderísimo, que tiene ‘raíz’-tradición. Y ahora aparte de estos atributos de la teología natural náhuatl, está lo digno de ser resaltado; este Dios, es in Tloque in Nahuaque, Dueño de la cercanía y de la inmediación: EL QUE ESTÁ CERCA Y JUNTO. Qué extraordinaria presentación; Ella es la ‘cercanía de Dios’ quien está junto a Dios y ahora está cerca y junto a Juan Dieguito.
Dentro de la lógica de imágenes, propia del lenguaje mexica, -que no conceptual, se nos ofrece con las palabras, aliento, palabras que proceden de su corazón de Madre, su imagen y sus gestos, constituyen el sistema pedagógico de los mexicas, -su paideia, que la Santísima Virgen asume, para educar, a san Juan Diego y en él a todas las etnias, naciones y a nosotros hoy.
Ella es Casa de Dios y nuestra Casa; a través de Ella se tiene la auténtica y efectiva cercanía con el Dios Vivo y Verdadero, el Emanuel, el Dios con nosotros; pero también san Juan Diego, debe de ser su corazón casa de la Virgen y casa de todos los hermanos. Aquí está reflejado en la imagen esa BERITH, ALIANZA de San Juan Diego y la Santísima Virgen, para ser una realidad de comunión, un solo ser una sola historia una sola carne. La Tilma-ayate de Juan Diego, es el símbolo y prolongación de su persona; la Virgen toma las flores preciosas, –Tlaxochitl, se identifica con ellas; Ella es la Flor Santa María, que viene del Cielo y trae en sus entrañas el Cuicatl, – el Canto Jesús Cristo Niño. Se da ese abrazo tierno y delicado de la Madre con su hijo el menor, Juan Dieguito, para vivir esa ALIANZA inconsútil. La Virgen toma a Juan Diego por Casa y Juan Dieguito la toma a ella por su Casa-Hogar-Hoguera del amor divino-humano, más bello y más verdadero: amor maternal, epifanía de Dios en María Santísima.
Cuando los mexicas fundaban un pueblo o ciudad, constaba en sus códices pictograbados, como lo señala Miguel León Portilla. Por eso el Acta Fundacional del nacimiento de México, es la Imagen de la Santísima Virgen María de Guadalupe. Ahí nace nuestra nación, porque no hubo vencedor ni vencido, sino un nuevo pueblo con el sello de las flores y de la ternura de Santa María Nuestra Madrecita de Guadalupe.
El Templo, su Casita, será un signo-significante, cuya significación hemos de ubicarla en nuestro corazón: estamos en el Corazón de la Madre, en su mirada maternal, en su mamaluaztli, el entrecruzamiento de sus brazos. Para Ella y para Jesús con Ella, somos también su Casa. Ahí mora el Dios unitrino con Santa María y los Santos, san Juan Dieguito Cuauhtlatoatzin para vivir en mutua inhabitación, en la tierra y después en la gloria; solo cambia la dimensión. La realidad será la misma: COMUNIÓN DE PERSONAS.
Ella viene a ser con sus palabras-aliento, es decir, con las palabras que brotan de su corazón, con su imagen sacrosanta y con sus acciones tiernas, LA EPIFANÍA DEL AMOR MATERNAL DE DIOS.
Nosotros si pensamos y actuamos como Santa María de Guadalupe y con Ella podríamos ser esa ‘epifanía del amor verdadero y misericordioso de Dios Amor. Esta es la verdadera y completa devoción a la Santísima Virgen María de Guadalupe.
5) Diálogo de la Santísima Virgen y san Juan Diego Cuauhtlatoatzin.
Conocer, asimilar y recrear en el propio interior los diálogos entre la Santísima Virgen de Guadalupe y san Juan Diego, poseen un atractivo propio de quienes viven un encuentro extraordinario de Madre e hijo, que posee un encanto sublime; encuentro de dos amores, permanentes, que orientan a la experiencia de un diálogo intradivino con el Dios Amor.
A modo humano y, por supuesto analógico, con qué tono amoroso y tierno son las confidencias de Dios Amor con la Santísima Virgen María y de la Virgen María con Dios Amor, con el Padre, su Abbá– Papá amado; con su Hijo Jesús, Hijo de sus entrañas; con el Espíritu Santo, él embeleso que la cubre de ternura; y sus respuestas finas, delicadas, amorosas de ella.
Las palabras, confidencias de la Virgen Santísima de Guadalupe con san Juan Diego y, las respuestas de éste, revelan tal profundidad de lo afectuoso y tierno inseparablemente unido al respeto y a lo reverencial, propio del alma náhuatl, tan cercanas a la sinfonía del amor, de las flores y de los cantos, del lenguaje más bello y verdadero, que intervienen las montañas y el quiebre del agua, el colorido del arcoíris y las nubes de algodón divino; los nopales, mezquites y hierbecillas relumbran como el jade, -la piedra de vida, y las espinas brillan como el oro. Ambiente teofánico de Mariofanía o de Mariofanía teofánica.
‘De arriba del cerrillo, le decían: Juanito, Juan Dieguito’, – ‘Juanitzin, Juan Diegotzin’. Es el nombre cristiano de san Juan Diego; por otros autores conocemos su nombre indígena y que era descen- diente de Nezahualcóyotl a través de Nezahualpilli y de Papatzin; se llega a la certeza de que era de sangre real, príncipe texcocano, por la Conquista, venido a menos, como otros nobles indígenas. Según Fernando de Alva Ixtlixóchitl, cita Juan Cuauhtlatatzin, que Don Carlos de Sigüenza y Góngora lo cambió por ‘Cuauhtlatoatzin’; todo esto a raíz del estudio de la descendencia de dos nietas de Juan Diego, monjas cacicas, -hijas de nobles, del Convento de Corpus Christi de la Ciudad de México, llevado a cabo por peritos como Joel Romero Salinas (Histórica III) y los estudios de Horacio Sentíes Ramírez.
En el Nican Mopohua se puede estudiar y apreciar la cortesía, los protocolos propiamente de los nobles, que utiliza san Juan Diego en su encuentro con la Santísima Virgen María de Guadalupe.
Podemos recalcar esas terminaciones que constituyen el fondo de una gran antropología propia de esta mentalidad náhuatl que, en cierta manera, pervive en nuestros diminutivos. Las terminaciones ‘tzin’ o ‘tzintli’, implicarían tres connotaciones: de respeto, de ternura y vulnerabilidad: diríamos, venerable Juan Diego, -digno de todo respeto; Juanito, hijito de mi corazón, ternura; y pobre Juan Diego, su condición de fragilidad. De aquí también la expresión ‘tenacazitta’, – mirar por la oreja, que señala ese gran respeto y ternura que se debe tener con las personas, a las cuales no se les puede ver de frente; de aquí que tanto el rostro de la imagen de la Virgen de Guadalupe y del personaje que está a sus pies, miren de lado, de tres cuartos.
La presentación de la Santísima Virgen a san Juan Diego: ‘Yo soy la perfectamente siempre Virgen Santa María’, – In nicenquiza cemicac Sancta María. La Virgen utiliza un perfecto tecpillatolli, -el náhuatl noble; sin embargo, utiliza también palabras latinas y espa- ñolas, para evitar confusión: Sancta, -Santa, y María.
‘Ichpochtli’, se traduce por Virgen, mujer entera. Unido a Madre, como nombre propio de María. Es Madre de Dios en tanto Virgen. En ella se ha mostrado ‘el poder del Altísimo ya que el Espíritu Santo la cubrió con su sombra amorosa y fecunda’ (cf Lc 1, 32-35). Ichponzintli, es la forma reverencial, ‘perfecta virgen’ o venerable Virgen. En el Nican Mopohua, también se le llama ‘Mahuizichpotzintli’, es decir, Virgen digna de honra y veneración (NM 57). Santa María, no existe en náhuatl. El nombre de la Virgen es María y le añadirá ‘Guadalupe’, como lo manifiesta
al tío-padre de San Juan Diego, Juan Bernardino (NM 208). Santa María, expresa que ella es Santa por antonomasia. Ella es la sede de la Sabiduría, el trono de Cristo Jesús, Dios bendito.
‘La venerable Madre del muy verdadero Dios ,-Dios el viviente, causa de toda vida, el Creador de las personas, el Dueño del Junto, Dueño del Derredor, el Dueño del Cielo el Dueño de la Tierra, ‘in Innatzin in huyel nelli Teotl -Dios in Ipalnemohuai, in Teyocoyani, in Tloque Nahuaque, in Ilhuchua in Tlaltipaque. El nelli teotl, es el único, el verdadero Dios, el que tiene ‘raíz’, el defini- tivo, es el único: Ometéotl. Ella es su Madre, ‘Inatzin’ su venerable Madre. Se utiliza el término Teotl-Dios, Dios en náhuatl y se le añade el castellano ‘Dios’, en yuxtaposición evangelizadora. Se le añade los atributos propios de la teología náhuatl, extraordinarios: in Ipalnemohuani, -el Viviente, por quien se vive, -Dador de la Vida; in Teyocoyani, -el Creador de las personas; in Tloque Nahuaque, – el Dueño de la cercanía y de la inmediación, -el que está ‘juntito, cerquitita’, -con perdón del castellano cuyos adverbios son invariables, recordando nuestro ‘ahorita’ o ‘ahoritita’ y además ‘el que lo abarca todo’; In Ilhuicahua, in Tlaltipacque, -el Dueño del Cielo y de la Tierra.
Ella pide un ‘Templo’, mi Templo, –Noteocal, Notecaltzin, mi Templecito-mi Casita venerada, respetable, santa. Es su Casa para reconstrucción y gloria del Pueblo; una Nación de ella. Para en éste asumir las funciones con su Hijo Jesús, de Huey Tlatoani,- el que manda porque es la ‘Palabra’, Ella tiene el mando, el ministerio de la Palabra: a través de ella ‘Lo mostrará’, ‘Lo ensalzará’, ‘Lo pondrá de manifiesto’ y ‘Lo dará a todas las personas’, In oncan nicnextliz, nicpantlazas, nictemacaz; ‘in ixquich Notetlazotlaliz’, – en mi Amor-Persona, ‘Noteicnoittaliz’-en mi Mirada-Compasiva- Persona, ‘in Notemanahuiiz’ ,-en mi Auxilio-Persona, ‘in Notepalahuiliz’- en mi Salvación-Persona. Su imagen es la síntesis gráfica de estas palabras, imagen palabra, palabra imagen.
Para la mentalidad ‘mexica’, levantar un templo es tanto como iniciar una nueva nación; si está en llamas, significa su destrucción. Si su templo ha sido destruido, ya no existen el pueblo mexica como nación. El inicio del templo, -de la Casita, significa el principio de una Alianza, no importa que fuera pobre. Así surgen, como aparece en el Códice Mendocino, una ‘X’ inscrita, – el caminar del Sol – Águila de fuego, sin serpiente porque está en el cenit pues ha triunfado, -ha iluminado la Tierra; y una choza humilde, principio de su nación.
De los términos usados por san Juan Diego: ‘Tocihuapillatocatzin’. El náhuatl es un idioma aglutinante. Para profundizar es necesario descomponer sus palabras con las cuales está compuesta, así como en el alemán. Cihuatl es mujer, pilli es hijo o hija. Es Reina Celestial, Niña celestial, Señora del Cielo. Tomaríamos en cuenta el ‘to’, es posesiva del plural nuestro-nuestra; ‘Tlatoqui’, es otra forma de ‘Tlatoani’, el que habla o el que gobierna, el jefe; se le añade el reverencial ‘zintli’: significaría Nuestra venerable Señora y Reina, como lo traduce Pedro Alarcón, y el Padre Rojas, simplemente Nuestra Reina.
‘Itlazomahuiznantzin’, Maravillosa Madre, con el reverencial tzin (NM 75).
‘Noxocoyoué’, – hija mía la menor, la más pequeña. ‘Nopiltzintziné, -amada Hijita mía, mi hijita chiquita, mi amada princesita. ‘No’, es mía; ‘Ichpotli’, -virgen y el reverencial ‘tzin’. De este modo san Juan Diego considera a la Santísima Virgen, como algo que afectivamente le pertenece; ella le ha robado su corazón.
Por su parte la Virgen Santísima lo llamará ‘Noxocoyouh’, que quiere decir hijo mío el menor. ‘No’, es mío; ‘Xocoyotl’, fructificación; tiene la connotación no cronológica respecto de los otros hijos que tienen también su designación; se trata del nombre que se le da al más querido, al más importante, a lo más precioso, en este caso, para la Virgen. Éste será el modo con el cual la Santísima Virgen se dirigirá en adelante a San Juan Diego.
‘Quimocalitiliz’, es el Obispo quien ‘tendrá el honor de hacerle la ‘Casa’, por supuesto en comunión con todos, la material-espiritual. Lo material que a lo largo del tiempo ha sido diversa, cualitativamente es la misma: construir la Iglesia, construir la nación, edificar la civilización del Amor. A lo largo de la historia se ha buscado construir un pueblo, una nación; pero al parecer, todo ha sido parcial. Se cambian estructuras que llevan en sí el germen de la caducidad; se realizan revoluciones y transformaciones y no se logra del todo, porque no se va al corazón, a cambiar los rostros, en los cuales aparecen los corazones transformados, como hijos auténticos de Santa María de Guadalupe, -Nuestra Madre tierna y delicada, y verdaderos hermanos, lejos de polarizaciones y divisiones, que miran lo superfluo y no lo esencial. México y el Nuevo Mundo, tienen por cuna el Tepeyac.
‘Itlazoixiptlatzin’, –i-tlzotli-ixtlatli-tzintli: ‘i’, posesivo personal, de ella; tlazotli, preciosa; ixiptlatli, imagen; tzi, el reverencial; esto es ‘su preciosa y amada imagen’. En la preciosa y amada imagen de la Virgen Santísima de Guadalupe, reconocemos sus palabras; en su rostro-‘ixtle’, aparece su ‘yollotl’, su corazón.
Ella nos invita a ser sus hijos pequeños; a realizar esa Alianza de Comunión de Personas, -la communio personarum. A través de ella podemos aprender el lenguaje de Dios Amor. Si la tilma de san Juan Dieguito era la prolongación de su persona, las más variadas flores son prolongación celestial de la Santísima Virgen, -porque las flores vienen del Cielo. Podemos vivir esa Alianza de Comunión de Personas, con Ella y con todos nuestros hermanos; Ella quiere que todos seamos de casa, cencalli, enteramentea de su Casa. Vivir nuestra relación con ella, es como una mutua ‘inhabitación’: que ella esté en nosotros y nosotros en ella, para ir creciendo en la ‘inhabitación’ con el Dios Amor, uno y trino.
Fray Antonio Margil de Jesús, el gran evangelizador de América, -de Texas a Nicaragua, Guardián del Convento de la Santa Cruz, -que evangelizó Querétaro, calle por calle, evangelizaba desde su amor a la Santísima Virgen de Guadalupe con su misma imagen; en las Informaciones de 1723 afirmó ‘que la misericordia del Altísimo envió del cielo esta imagen de su Santísima Madre, para que en ella, como en sacramento de su omnipotencia, defienda este Nuevo Mundo y lo conserve en crédito y aumento de la exaltación de la Santa Fe Católica…’ Lo seguirá siendo, a modo sacramental-maternal, para sanar nuestras heridas y darnos un corazón de hijos para amar como ella.
6) Extraordinaria inculturación del Mensaje Guadalupano.
El proceso de inculturación realizado por la Santísima Virgen Ma- ría de Guadalupe es a todas luces verdaderamente extraordinario; simplemente, divino.
El unir dos sensibilidades contrapuestas; el llevar a cabo con delicadeza de Madre este proceso de utilizar los modos indígenas de los mexicas, sin herir sus susceptibilidades, con sumo respeto y ternura para que llegaran a asumir el mensaje de su Hijo Jesús.
Podríamos decir que pasa de una ‘paideia’ mexica, a una paideia cristiana. Es decir, de un sistema que implica una cosmovisión filosófica y religiosa propia, con su lenguaje simbólico, con sus expresiones pictóricas o códices, con los modos de cortesía de nobleza indígena, hacia el Evangelio vivo de su Hijo Jesús, que implica unos contenidos, unas expresiones y unos comportamientos y gestos propiamente cristianos para transmitir existencial y plenamente la vivencia del misterio de Cristo, como lo vive su Madre, la Santísima Virgen María.
Nos falta recorrer un camino todavía largo, para adentrarnos, nosotros hoy, en este misterio insondable, extraordinario y vivencial de todo lo que implica el Acontecimiento Guadalupano.
Los misioneros con toda su capacidad, arrojo, sabiduría, pasión y santidad, en gran parte, infravaloraron esta cultura, por su propia formación y estilo. Al final algunos como Fray Bernardino de Sahagún valoraron la cultura indígena-mexica, pero no utilizaron propiamente el modo de inculturación, que por supuesto, suponía gran respeto y conocimiento de las culturas de estas tierras. Nos dejaron obras admirables como la ‘Historia General de las Cosas de la Nueva España’, primera obra etnográfica de América, del mismo Sahagún.
Su estilo pedagógico es el propio de una Madre que ama a sus hijos benevolentemente; se acerca con la ternura de su lenguaje, según sus modos y con gran respeto a la cultura indígena.
Con su mensaje, enjambre de sus símbolos, particularmente el Nahui Ollin, que se encuentra en el centro de su vientre: es el símbolo por excelencia de Dios, es la morada de Dios, es la acción de Dios. Centra el mensaje en el ‘Verdaderísimo Dios por quien se vive’-Ipalnemohuani, del cual, Ella es su Madre, el que adoran todos los pueblos con la lucidez de sus conceptos y la limitación de su lenguaje y conocimiento.
Ella incultura el mensaje de la Salvación, sin despertar sospechas a las suspicacias de los misioneros españoles.
Ella se expresa en perfecto Tecpillatolli, -el náhuatl noble, ha- blado por el mismo san Juan Diego Cuahutlatohatzin, de la familia noble de Nezahualcóyotl a través de Nezahualpilli; macehual más que una condición social es una condición antropológica, ‘el que ha nacido de la penitencia de los dioses’, es decir persona humana. Introduce términos cristianos así se presenta como In nicenquizca cemicac Ichpochtli Sancta María, es decir, ‘yo (soy) la perfectamente siempre Virgen Santa María’, In inatzin in huel nelli Teotl Dios, – la venerable Madre del muy verdadero Dios-Dios. Nelli– verdadero, significa el que tiene raíz-tradición, el definitivo, el perenne, entonces es el único, en la explicación de nuestro gran Maestro P. José Luis Guerrero.
Teotl yuxtapuesto a Dios, indica la Virgen Santísima, el Dios de los nahuas y el Dios cristiano.
Y lo describe desde la filosofía indígena, aceptable para la menta- lidad de los misioneros: In Ipalnemohuani, in Teyocoyani, in Tloque in Nahuaque, In Ilhuicahua, in Tlatipacque,- es decir, ‘el Verdadero Dios por quien se vive’, ‘el Creador de las personas’, el Dueño del estar junto a todo y del abarcarlo todo, el Amo del Cielo y de la Tierra, en esta traducción cercana a nuestra mentalidad, según el P. Guerrero.
Pide un ‘Templo- Casita de Dios- Teocaltzin’ para hacer su labor consoladora de Madre ‘para escuchar llantos y tristezas’, ciertamen- te; pero fue algo verdaderamente esencial y vital. Supone la resu- rrección de su raza de un modo diferente y glorioso; será presidido por Dios descrito por los atributos de Ometéotl y por su Madre Santísima.
Para los mexicas, fundar una nación era construir un templo: ‘…tomaron piedras y madera, aquélla pequeñita y ésta delgadita al punto cimentaron con ellas, (…) pusieron así la raíz del poblado aquel; la casa y el templo de Huitzilopochtli…’ como lo sabemos por la ‘Crónica Mexicáyotl’, de Fernando Alvarado Tezozómoc.
Con la construcción inicial de la primera ermita del Tepeyac se inicia una Nueva Alianza, un nuevo período de comunión con Dios y con su Madre, también nuestra Madre.
El Neoteocal mi Casa sagrada, el templo de la resurrección y gloria del Pueblo vencido, que ya no quería vivir, sino morir, como consta en el ‘Nican Umpehua’, o la Visión de los vencidos, traducido por Miguel León Portilla.
En este Templo, su Casita sagrada, In oncan nicnextiz, nicpantlazaz,nictemacaz, en donde Lo haré aparecer (a Dios), Lo pondré en la superficie, Lo daré a las gentes.
A través de su mirada y a través de su compasión de Madre, de todo su amor personal nos dará a Dios que es su Hijo, bien amado Jesús.
Así pues, Santa María de Guadalupe, es la ‘Gran Señal de Dios’ (Ap 12 ss) quien aparece en nuestra tierra. Ella asiste a nuestro Adviento, para que recibamos a su Hijo Jesús, desde su corazón de Madre; se adaptó a la mentalidad mexica para inculturar el Evangelio.
Pide una ‘Casita Sagrada’ que en realidad implica tres aspectos, como ‘neoteocaltzin’ de Templo-Casa magnífico y regio; Casita donde se ofrece la ternura; Hogar donde la Madre recibe a sus hijitos vulnerables y que sufren toda clase de daños, sociales, morales, físicos, psicológicos. Esto por las implicaciones del Náhuatl reverencial por las terminaciones ‘tzin-tzintli’. Esta Casa es el lugar de la resurrección de un pueblo vencido; la casa de la Madre donde sus hijos recibirán todo su consuelo y ayuda; los recibirá en el ‘entrecruzamiento de sus brazos’, mamaluaztli, los encenderá en el fuego de Dios y recibirán su ternura de Madre.
Casita que implica la mutua habitación de corazón a Corazón de la Madre con los hijitos. Casita que es verdadera comunión, como la unión inconsútil de las rosas transformadas en la Imagen sacrosanta de Santa María, -flores, símbolo náhuatl de la madre de los dioses, y nosotros el ixtle-rostro y yolotl-corazón,- difrasismo de persona , el ayate. Verdadera Alianza de comunión de la Madre y los hijos, en la misma comunión con su Hijo. Este es el verdadero Templo Vivo, que atisbó el Arzobispo de México Luis María Martínez, que , -el Padre Enrique Amezcua Medina, Fundador de dla Confraternidad de los Operarios del Reino de Cristo, asumió y nos lo ofrece como herencia, labor e ideal a sus hijos los Operarios, que ha de ser labor de todos los mexicanos en particular y todo el mundo cristiano en general.
Termino con estas palabras emocionantes y bellas del Padre Joaquín Gallo, jesuita, amigo mío y gran difusor de la sabiduría guadalupana, que en paz descanse.
En este Novenario de Años previos a los Quinientos Años de la Aparición de la Santísima Virgen en el Tepeyac al cual somos invitados a preparar este magno Acontecimiento, por el Papa Francisco y Nuestros Obispos, los invito,a su vez, a que todos los días 12 de cada mes, recemos el Santo Rosario Guadalupano, individual, familiar o comunitariamente, en Parroquias y Templos, siguiendo las reflexiones del Padre Joaquín Gallo Reynoso, SJ con su ‘Docenario Guadalupano’; que en diversas ocasiones hagamos en familia o en comunidad o en parroquia su ‘Semanario Guadalupano’, para conocer y orar con el Nican Mopohua; que sigamos su ‘Pascua Guadalupana’ de cuarenta días. Estas obras están editadas por ‘Buena Prensa’, México.
Ser guadalupano, no es parecerlo, sino serlo, imitando a san Juan Diego en esa Alianza de Comunión con la Santísima Virgen María, en el pensar, en el sentir y en el actuar.
¡APARECIÓ LA SEÑAL!
¿Qué tienes Tú, Guadalupana,
la que apareces envuelta por el Sol,
dominando la Luna y coronada de estrellas?
¿Qué tienes Tú, Santa María de México,
que por igual a todos nos imantas?
Y Dios abrió su cielo
y apareció el Arca de la Alianza
¡Y apareciste Tú, Inmaculada,
en diálogo materno, con Juan, en el cerrito de la Alianza!
¿Qué acontecer de Dios entre nosotros,
a través de Ti, Madre sin mancha?
¿Qué irrupción de luz, cuánto consuelo,
y qué porvenir, para todos los pueblos, de esperanza?
Nos traes, por encargo del Padre,
al Hijo amado. ¡Nos lo manifiestas Tú,
Su Madre, de quien tomó su carne humana!
(GALLO, Reinoso S.J., Joaquín , Semana Guadalupana, pág. 87)