Al llegar al final de la página se desvanecieron todas las sombras de duda, dijo San Agustín (354-430 d.C.) en sus Confesiones, al leer: “Abandonemos, por tanto, las obras de las tinieblas, y revistámonos con las armas de la luz. Como en pleno día tenemos que comportarnos: nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Al contrario, revestíos más bien del señor Jesucristo y no estéis pendientes de la carne para satisfacer sus concupiscencias.” Romanos, 13, 11-14.
San Agustín vive una experiencia como la de Saulo cuando cae de su caballo y una luz le alumbra el camino para el resto de su jornada en esta tierra. Luego de pasar una primera juventud, como todo aquel que lo es, en medio de confusiones, contradicciones y conflictos, incluidos lo que tuvo con su madre, que era cristiana y que intentó educarlo y encauzarlo, un alma descarriada con amoríos varios que lo lleva a tener un hijo, San Agustín entre sus habilidades y diría más que eso, entre sus dones, estaba el de enseñar. Su sensibilidad, su don e inteligencia le llevaron a escuchar al arzobispo de Milán, Ambrosio y a relacionarse con él, a tal grado que el hoy también Santo, lo bautiza a los 33 años.
Filosofía y unión
San Agustín se convertiría en un filósofo basado en la búsqueda de la unión de la fe y la razón, en la comunión de los corazones y las mentes. Fallecería a los 75 años, no sin antes haber cambiado de manera radical su vida y haber dejado uno de los legados de mayor relevancia, aún vigentes, en la filosofía social cristiana y más aún, en la teología.
Pues bien, los trece Papas que antecedieron a León XIV se inspiraron en el primero con este nombre que fue San León Magno que fue Papa de 440 a 461 d.C. Pasó a la historia, sobre todo, por haber persuadido al temible Atila el Huno para que no saqueara a Roma en el año 452. Su nombre quedó asociado para siempre con el liderazgo doctrinal y la autoridad moral. Fue contemporáneo de San Agustín.
El Papa León XIV de formación agustina elige ser sucesor de San León. Es una profunda mezcla entre la autoridad doctrinal y moral, con la que sus antecesores pusieron orden, pero que también modernizaron a la Iglesia en su momento, como los hizo León XIII, con el gran reto agustino de lanzarse a la búsqueda de la unión de la humanidad, primero desde el interior de cada uno con nosotros mismos entre nuestro corazón y nuestros pensamientos y luego con nuestros semejantes.
Una guía necesaria
Hoy nuestra sociedad global está pasando por una crisis entre ser o no ser de deveras una sociedad sin banderas, sin carteras y sin violencia o entregarse fatalmente a la destrucción de la naturaleza y de la humanidad misma. El Papa León XIV ha elegido un nombre con las cualidades necesarias para guiar hacia la conciliación y la misericordia global que hoy nuestro mundo en el año 2025 pide a gritos.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 18 de mayo de 2025 No. 1558