Por Juan Gaitán |
El ayuno es una práctica común en el tiempo de Cuaresma que hoy comienza. Muchas personas suelen acompañarlo o sustituirlo por un pequeño «sacrificio». A continuación algunos tips que pueden ser de utilidad al considerar éste sacrificio cuaresmal:
- No confundir el medio con el fin: El sacrificio es un medio para vivir la Cuaresma, no un fin por sí mismo. Hacer del sacrificio lo principal, consciente o inconscientemente, es caer en esa actitud farisaica tan criticada por Jesús.
- Tener el objetivo claro: El objetivo del sacrificio (como del ayuno) es regresar la mirada a lo más importante: a Dios. Se trata de una «estrategia» para volver a Dios. El sacrificio es un símbolo del camino de regreso a la casa del Padre.
- Un motor para la caridad: El fin de toda práctica «ascética» es la caridad. La limosna, el ayuno, la abstinencia y demás prácticas «personales» deben funcionar como un motor para la caridad. Si no pasa esto, está ocurriendo algún problema con el sacrificio.
- Lo que se debe fortalecer: Los sacrificios requieren «fuerza de voluntad», pero de nada sirve fortalecer la voluntad sin fortalecer la misericordia. Sin esta última, el sacrificio no tendría el toque cristiano.
- No ser intimistas: Los sacrificios suelen ser algo muy personal, pero no por esto han de ser intimistas. Las prácticas cuaresmales deben conducir, sin lugar a dudas, al encuentro sincero con los demás, especialmente con los más necesitados.
- La proyección: Considera si podrías proyectar tu nueva actitud de esta Cuaresma a toda tu vida, ¿por qué no? Si es algo que no continuarías, tal vez convenga preguntarte la razón.
- Tiempo de renovación: La Cuaresma, como ha dicho el Papa, es un tiempo de renovación para la Iglesia. ¿Tu sacrificio te ayuda a ser una persona renovada? ¿Es útil tu sacrificio para la renovación de tu comunidad?
- No a la soberbia: Lograr cumplir con el sacrificio propuesto naturalmente será causa de alegría, pero se debe ser consciente de la tentación a la soberbia. El origen de toda fuerza está en Dios.
- Ser testimonio: El éxito de la Iglesia de los siglos I y II estuvo en la forma de vida de los cristianos. A la gente se le «antojaba» vivir como ellos. La práctica de tu sacrificio cuaresmal puede servir para llevar un modo de vida «antojable», alegre, cristiano.
- ¡Tener siempre presente la Pascua! El color morado propio de la Cuaresma (y del Adviento) simboliza espera e introspección, no tristeza. La Cuaresma es un camino reflexivo pero alegre hacia la fiesta de la Resurrección.
¡Que esta Cuaresma nos conduzca, como pide el Papa, a fortalecer nuestro corazón!
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