San Wenceslao
Nacido en el siglo X en Bohemia, fue el hijo primogénito de los príncipes Wratislao (cristiano) y Dragomira (pagana). Tuvo un hermano llamado Boleslao, que fue educado por Dragomira, mientras que a Wenceslao lo educó su abuela paterna, santa Ludmila.
Habiendo Wenceslao alcanzado la mayoría de edad, su madre no quería cederle el poder a fin de que gobernara Boleslao; pero el pueblo reconocía que Wenceslao era el legítimo rey y Dragomira tuvo que hacerse a un lado, no sin vengarse haciendo asesinar a la abuela, santa Ludmila. También intentó en varias ocasiones, con ardides políticos, hacer asesinar a su hijo Wenceslao.
El joven rey realizó muchas obras sociales y de reconciliación nacional. Suprimió los tormentos, destruyó los patíbulos y transformó las cárceles en hospitales. Favoreció las artes y las ciencias, y dictó normas de moralidad.
Pero la ambición de su madre y hermano no paraban, y en el año 938 Boleslao lo asesinó apuñalándolo; Wenceslao apenas tenía 30 años de edad.
San Luis IX, rey de Francia
San Luis (1214-1270) tenía 12 años de edad cuando, a la muerte de su padre, Luis VIII, fue coronado rey de los franceses bajo la regencia de su madre.
Al asumir su puesto con la mayoría de edad, tanto en la política interior como en la exterior san Luis ajustó su conducta a las normas más estrictas de la moral cristiana. Tenía la noción de que el gobierno es más un deber que un derecho; de aquí que todas sus actividades obedecieran solamente a esta idea: el hacer el bien buscando en todo la felicidad de sus súbditos. Todos los días administraba justicia personalmente, atendiendo las quejas de los oprimidos y desamparados. Sus ideas y prácticas sociales, tanto en Francia como en los países vecinos, dio a san Luis fama de justo.
Beato Carlos de Austria
El beato Carlos I de Habsburgo, emperador de Austria y último emperador del Imperio Austro-Húngaro, nació en Austria en 1887 y recibió una educación expresamente católica.
Para Carlos su seguimiento de Jesús radicaba en el amor por los pueblos a él confiados, cuidando de su bien y dando la vida por ellos. Fue el único entre los responsables políticos que apoyó los esfuerzos por la paz que hizo el Papa Benedicto XV para poner fin a la Primera Guerra Mundial.
En lo que respecta a la política interior, incluso en tiempos extremadamente difíciles abordó una amplia y ejemplar legislación social, inspirada en la enseñanza social cristiana.
Su comportamiento hizo posible al final del conflicto una transición a un nuevo orden sin guerra civil. A pesar de ello fue desterrado de su patria, enviado al exilio en la isla de Madeira, Portugal, donde sumergido en la pobreza y viviendo en una casa húmeda con su familia, enfermó de muerte. Ofreció a Dios su enfermedad como un sacrificio por la paz y la unidad de sus pueblos. Falleció en 1922 con la mirada dirigida al Santísimo Sacramento.
Beato Alberto Marvelli
Nació en Italia en 1918, en una familia cristiana muy involucrada en actividades caritativas, catequísticas y sociales. Alberto participó en el Oratorio salesiano, en la Acción Católica y en la Federación Universitaria Católica Italiana. Estudió ingeniería mecánica y practicó una variedad de deportes, pero su gran pasión fue la bicicleta, en la que descubrió un medio para su apostolado y su acción caritativa.
En 1943, con la ocupación alemana, Alberto se dedicó a ayudar a las víctimas de los bombardeos. Además distribuía a los pobres colchones, frazadas, ollas y todo lo que lograba conseguir. Iba con los campesinos y comerciantes a comprarles alimentos y después, en su bicicleta cargada de provisiones, salía en busca de los que tenían hambre.
En ese tiempo también logró salvar a muchos jóvenes de la deportación, y en una acción heroica consiguió abrir los vagones del tren y liberar a hombres y mujeres que iban destinados a los campos de concentración.
Aunque Alberto Marvelli nunca estuvo inscrito en ningún partido político, todos reconocían su trabajo social, por eso en 1945 lo hicieron uno de los asesores de la primera junta del Comité de Liberación. Además le confiaron el cargo más arduo: ocuparse de poner orden en la concesión de viviendas en la ciudad.
Cuando en Rímini volvieron a surgir los partidos políticos, Alberto se inscribió en la Democracia Cristiana a fin de servir a la sociedad como expresión de su fe vivida. Pero una noche de 1946, mientras se dirigía en bicicleta a un mitin electoral, siendo uno de los candidatos para la elección de la primera administración comunal, un camión militar lo atropelló causándole la muerte. Tenía 28 años.
Publicado en la edición impresa de El Observador 13 de mayo de 2018 No. 1192