Fue también un hábil gestor de armonía entre los más diversos actores sociales y sin desentenderse de su calidad de ministro sagrado

Por Tomás de Híjar Ornelas, Pbro.

Un infarto el 24 de julio, del que ya no pudo recuperarse, cortó la vida, el 2 de agosto de este 2018, en Edimburgo, Escocia, del doctor Manuel Olimón Nolasco, el presbítero mexicano vivo más relevante en el ámbito académico. Había nacido en 1944, de modo que tenía 74 años de edad y muchos proyectos por delante que dejó truncos.

«Me uno en oración por el eterno descanso de mi querido amigo, compañero y hermano sacerdote Manuel Olimón Nolasco y agradezco a Dios su vida en favor de la Diócesis de Tepic y de la Iglesia, y a sus hermanos y demás familiares, mi más sentido pésame», expresó en su cuenta de Twitter el cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de México, lamentando la muerte de quien fue su compañero en el clero de Tepic, para el que ambos se ordenaron en 1973.

Para quienes lo ignoran, el doctor Manuel Olimón Nolasco, al tiempo de su muerte rector del templo de Los Sagrados Corazones de Jesús y María en aquella ciudad, era el historiador católico más importante de México y uno de los que más ha influido en el ámbito académico de la sociedad mexicana contemporánea, promotor insigne, entre muchos proyectos, de la Universidad Pontificia de México y el programa Adopte una Obra de Arte.

Trayectoria brillante

Y lo señalamos sólo para acentuar que la trayectoria de don Manuel, que comenzó en el plano magisterial en el Seminario Conciliar de su diócesis y siguió luego en la capital de la república, fue densa y congruente, sustentada en la licenciatura en historia de la Iglesia que le dio la Universidad Gregoriana de Roma y en el doctorado en historia que le concedió la Universidad Iberoamericana, y en una copiosa producción bibliográfica que consta de 14 libros publicados (uno de ellos electrónico) y cientos de artículos de corte académico, pastoral y periodístico, todo lo cual le valió el Premio Nacional de Historia y un lugar en la Academia Mexicana de Historia.

Fue también Director de la Comisión Nacional de Arte Sacro, Consultor de la Comisión Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia en la Santa Sede, Secretario Ejecutivo de la sección de Arte Sacro de la Comisión Episcopal Mexicana de Pastoral Litúrgica, y Miembro del Consejo Directivo del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana.

Asesor de Ciencias Religiosas en la Universidad Iberoamericana, Consejero Académico de Humanidades de la Universidad de las Américas en Puebla, Catedrático de Facultad de Historia de la Universidad Iberoamericana de México, miembro de la Sociedad Mexicana de Historia Eclesiástica y de la Academia Mexicana de Historia.

Ni antiguadalupano ni antiaparicionista

La Búsqueda de Juan Diego es su libro más divulgado, pero sería injusto reducir su obra al encabezado que da la reportera Eugenia Jiménez a su nota «Murió cura que cuestionó existencia de Juan Diego», y quien lo dude dispone de un sitio web para constatar su copiosa producción: www.olimon.org, que da fe del riguroso análisis de quien no fue, digámoslo con todas sus letras, ni antiaparicionista o antiguadalupano, sólo un académico congruente que no tuvo empacho en señalar las irregularidades de un proceso canónico que pasó por alto el rigor que desde el siglo XVIII la Santa Sede impuso a los procesos de canonización.

Con su salida de este mundo el clero en México queda con un hueco difícil de llenar, toda vez que, además de investigador, el padre Olimón fue también un hábil gestor de armonía entre los más diversos actores sociales y, sin desentenderse de su calidad de ministro sagrado, y promotor incansable de eso que en el ámbito eclesiástico sigue siendo un reto grandísimo: conciliar la razón con la fe.

Señalemos, por último, cómo si por un lado la capacidad que tuvo don Manuel hasta el final de sus días para ser consecuente con su opción por el ministerio eclesiástico como sacerdote diocesano pudo acarrearle contrariedades en su gremio, por otro, su compromiso intelectual le permitió abrir una nueva era en la que hoy discurren muchísimos intelectuales: la de subsanar la brecha abierta durante siglo y medio por el anticlericalismo, para excluir de los ámbitos universitarios la valoración integral de la presencia y activismo de la Iglesia en México de los tiempos novohispanos a nuestros días.

Esperemos que su tránsito a la Casa del Padre sea también la ocasión para favorecer que entre los miembros del clero diocesano surjan espíritus de honda raíz intelectual que tomen la estafeta que deja tan brillante académico, por cuyo eterno descanso oramos.

Quién fue el Doctor Manuel Olimón Nolasco

El Doctor Manuel Olimón Nolasco fue sacerdote católico ordenado en 1973 e incardinado a la Diócesis de Tepic, México.

Era Doctor en Historia por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México y, a partir del 8 de noviembre de 2011, con carácter de Corresponsal, miembro de la Academia Mexicana de Historia.

Profesor Fundador de la Universidad Pontificia de México, en la que permaneció de 1982 a 2003, fecha en que se integró como académico en el Departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana, Campus Santa Fe.

De junio de 2010 a octubre de 2013 fue párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en Jala, Nayarit.

El 8 de octubre de 2013 tomó posesión como rector de la Rectoría de los Sagrados Corazones de Jesús y María en la ciudad de Tepic, Nayarit.

 

Publicado en la edición impresa de El Observador del 12 de agosto de 2018 No.1205

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