Por Jaime Septién

Durante muchos años se ha vertido la especie que la Iglesia católica –léase el juicio de Galileo— nada tiene que ver con la ciencia. Que la fe es una superchería utilizada por Roma para esquilmar a sus súbditos. Y que avanza la ciencia a tumbos, siempre en contra del vanidoso catolicismo quien, por creerse el centro del universo, pone él mismo a la Tierra como el centro del universo.

Juzgar sin conocer es la engañifa a que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación. Son ellos los que reparten condenas y bendiciones. Nunca yendo a las causas. Es la superficialidad con que se manejan estos modernos hacedores de la verdad, aumentada ahora con la explosión digital y la realidad virtual (mucho más real que la realidad misma).

La Iglesia –y lo puede usted corroborar en este número— se ha equivocado, cómo no. Y ha pedido mil veces perdón por sus yerros. Pero ha contribuido como ninguna otra institución a, por ejemplo, el conocimiento del universo. Y nadie le ha pedido una disculpa por ignorarla. Al contrario: pareciera que todo mundo tiene permiso de vapulearla a discreción.

Por lo demás, esto no es cosa del pasado. El instrumento de trabajo del próximo Sínodo del Amazonas fue publicado. Es la manera como la Iglesia se propone escuchar el grito del pueblo sobre el cambio climático. ¿Y qué ha dicho la prensa? Que el Papa abre la puerta a la ordenación de hombres casados. Escándalo y espectáculo: dinero.

TEMA DE LA SEMANA: A 386 AÑOS, LA POLÉMICA SOBRE GALILEO Y LA IGLESIA SIGUE

Publicado en la edición impresa de El Observador del 23 de junio de 2019 No.1250

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