Por Tomás de Híjar Ornelas

María, «pedagoga del Evangelio», caminó y cantó nuestro Continente y, así, la Guadalupana no es solamente recordada como indígena, española, hispana o afroamericana. Simplemente es latinoamericana. (Papa Francisco)

Dos procesos cruciales para la cultura hispanoamericana están íntimamente engarzados al Hecho Guadalupano: el arranque del proceso evangelizador (1531) y la emancipación del trono español de sus dominios al otro lado del Atlántico (1810), incluyendo las Antillas y las Filipinas.

Atendiendo a ello, los obispos de México se han servido de la primera de estas fechas para lanzar, bajo el título Hacia el encuentro de Jesucristo Redentor y bajo la mirada amorosa de Santa María de Guadalupe, un Proyecto Global de Pastoral de largo aliento.

En razón a ello, en las antevísperas del medio milenio del hecho guadalupano, la Conferencia del Episcopado Mexicano y la Arquidiócesis primada de México tienen ante sí la ocasión para encabezar un análisis meticuloso del suceso en el que de aquí al año 2031 se puedan atender los siguientes aspectos:

Un análisis integral del proceso evangelizador en el macizo continental americano, que incluya el drama que hace 500 años fracturó la cristiandad europea desde Alemania, con Martín Lutero como caudillo, y en el Nuevo Mundo con el repudio a los cultos paganos amerindios.

Un estudio atento de la visión sagrada de los pueblos mesoamericanos tal y como se sostuvo en dicho proceso hasta fundirse en él como un elemento aglutinante, intrínseco, principal y aun vivo, tanto para la inculturación del cristianismo como para los modos como acá se fusionó a la cosmovisión católica las formas que a partir de 1521 hicieron suyas las culturas indias, sobre todo las que se emanciparon de la hegemonía mexica para abrazar la española.

La identificación, como crisol indocristiano, de los signos sincretísticos que estuvieron aparejados al hecho guadalupano y que en el ámbito jurídico serán reconocidos y tutelados a partir de 1549 gracias al establecimiento de los pueblos de indios.

El desglose cronológico de las pautas pastorales asumidas por el indocristianismo guadalupano, ya tan evidentes y tangibles en el siglo XVI como para producir ese «evangelio» (buena noticia) mariano que es el cantar náhuatl Nican Mopohua.

Practicar, con los recursos de la ciencia y la técnica, una inspección cabal a la imagen del Tepeyac y así darle una respuesta objetiva a lo que la falta de estudios científicos ha generado, a modo de elucubraciones que yendo de lo exótico a lo tendencioso le han quitando seriedad a un tema tan básico como lo es el estado de conservación de la imagen sagrada de Guadalupe.

Integrar y coordinar equipos interdisciplinarios que en la era de la globalización analicen y estudien desde todos los ángulos el emblema indocristiano más consistente de la fe católica, el Hecho Guadalupano.

Darle a este Hecho, con tal humus, el rango cristocéntrico al que aspira el aludido Proyecto Global de Pastoral, librándole como de paso del nacionalismo clerical a ultranza, es decir, de los planteamientos unívocos que hasta hoy lo empobrecen y maniatan.

Legitimar, desde la reflexión cristiana, al indocristianismo, con todas sus variantes y matices, como una manera válida e incluso modélica del sentido comunitario de la vida, del respeto al hábitat y a la naturaleza, de repudio al individualismo predador.

Una insuperable obertura para estos planteamientos es la que abrirá la Iglesia universal del 6 al 27 de octubre, en el marco de la celebración en Roma de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, con el tema «Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral». Ojalá la hagamos nuestra.

Publicado en la edición impresa de El Observador del 22 de septiembre de 2019 No.1263

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