Por P. Fernando Pascual
Un proyecto surge desde el deseo de alcanzar una meta que consideramos buena.
Queremos ordenar los libros del armario. Queremos remodelar la casa. Queremos empezar una buena eficiente. Queremos mejorar nuestra vida espiritual.
Los proyectos se construyen desde amores. Quien ama algo que considera como bueno para sí y para otros, empieza a pensar cómo lograr lo que su amor le pide.
Un buen proyecto, construido sobre un amor sanamente orientado, se construye desde deliberaciones y elecciones, como enseñaba Aristóteles en su obra “Ética nicomáquea”.
En la deliberación ponemos ante nuestra mente los diversos caminos que permiten alcanzar la meta deseada, y las posibilidades reales (respecto de mi modo de ser y mi situación actual) de ponernos en marcha hacia el objetivo.
Una deliberación, por ejemplo, me presenta que para mejorar la vida espiritual puede leer este libro o este otro, puedo ir a un retiro, puedo escoger un buen cuestionario de examen de conciencia, etc.
La deliberación prepara una lista de estrategias o métodos, algunos que pueden darse de modo simultáneo, de forma que la voluntad permanece abierta para escoger lo que considere más adecuado.
Luego llega el momento clave de la decisión. Elijo un libro. Lo busco en una librería. Empiezo a leerlo en determinado momento del día. Tomo notas. Lo profundizo en la oración personal.
Esto puede parecer un poco automático, pero lo llevamos a cabo con naturalidad en cientos de actividades, desde las más sencillas hasta las más importantes. Basta con pensar en el proyecto tan humano y significativo de quien piensa en ir a visitar a un amigo que vive al otro lado de la ciudad…
Los proyectos que se ponen en marcha tienen como soporte una rica y dinámica vida en el corazón de cada persona. Lo importante es saber encontrar proyectos que valgan la pena, por los que el esfuerzo tenga un sentido.
Por eso, en los momentos en los que uno empieza a escoger los proyectos más importantes, y también ante proyectos más sencillos, siempre nos ayuda una oración a Dios para que nos ilumine, y una consulta a quienes, desde su experiencia y cariño, pueden darnos consejos valiosos y practicables para emprender correctamente el camino que nos permita realizar tales proyectos.