Este domingo, 22 de noviembre de 2020, es el último del actual año litúrgico.

En esta ocasión sólo el Ciclo de Navidad —que comprende el Tiempo de Adviento y el Tiempo de Navidad— y la primera parte del Tiempo Ordinario —que va desde el Bautismo del Señor hasta el día anterior al tiempo cuaresmal— se vivieron con normalidad en la liturgia de la Iglesia.

Pero, apenas iniciada la Cuaresma, el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV2) ya había llevado a hacer cambios en diversas partes. Así, en Hong Kong se suspendieron las Misas y el rito penitencial del Miércoles de Ceniza; y lo mismo en el norte de Italia. En cambio, en el Vaticano se realizó normalmente la imposición de la ceniza, y sólo algunos feligreses portaban cubrebocas. Los sacerdotes de Filipinas decidieron mantener el rito, pero echando cenizas sobre la cabeza de los fieles, en lugar de hacerles la marca de la cruz en la frente, para evitar el contacto físico.

En marzo ya se había cancelado la Eucaristía en todo el planeta, salvo por algunas escasas Misas que algunos sacerdotes y obispos hacían el esfuerzo de difundir por redes sociales, aunque frecuentemente con problemas de señal.

En la Semana Santa, el Vaticano canceló la matutina Misa crismal del Jueves Santo, pero sí celebró la vespertina, la de la institución de la Eucaristía. También conservó el acto litúrgico del Viernes Santo, mientras que el rezo del Viacrucis lo trasladó del Coliseo —donde se hacía desde 1964— a la plaza de San Pedro. Estas ceremonias se realizaron sin feligreses, salvo el Viacrucis, en el que participaron diez seglares.

La Vigilia Pascual del Sábado Santo, así como el Domingo de Resurrección, no parecían fiesta pues se tornaron en actos solitarios, con la basílica y la plaza de San Pedro desiertas.

Por si fuera poco, en Semana Santa las televisoras católicas prácticamente se dedicaron a retransmitir los actos litúrgicos vaticanos, cancelando la transmisión de las Misas habituales; y, de este modo, involuntariamente impidieron que los fieles pudieran realmente participar desde sus casas en la liturgia, pues para ello se requiere una Eucaristía en directo, no diferida.

Por otro lado, la Congregación para la Causa de los Santos, previendo la presencia de muchos fieles, decidió a principios de mayo posponer tres ceremonias de beatificación que estaban programadas en distintos días de ese mismo mes: la de sor Lucía de la Inmaculada, la de María Luisa del Santísimo Sacramento y la del sacerdote Cayetano Giménez Martín y 15 compañeros mártires de la Guerra Civil Española. Lo mismo la del cardenal Stefan Wyszinski y la de la joven seglar de 23 años Sandra Sabattini, que iban a ser elevados a los altares en junio.

Posteriormente se fueron reabriendo los templos en todo el mundo, pero siempre con la orden de no permitir el ingreso de feligreses sin cubrebocas. Además no pueden llenarse los recintos santos.

TEMA DE LA SEMANA: LA FE SE ENCENDIÓ DETRÁS DE UNA MASCARILLA

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 22 de noviembre de 2020. No. 1324

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