Este año se cumplen 500 años del sitio y caída de Tenochtitlan, la capital del imperio azteca. Y en estos cinco siglos el acontecimiento histórico ha estado salpicado de mitos y controversias que conveniente aclarar:

¿Todo un imperio fue vencido por mil españoles?

Hernán Cortés tuvo unos 1300 soldados españoles a su cargo, pero en el sitio y batalla final de Tenochtitlan participaron poco más de 900. Es imposible que ellos solos enfrentaran y derrotaran a la capital azteca, que contaba con al menos un cuarto de millón de habitantes.

Tenochtitlan fue derrotada por una alianza de pueblos indígenas con los españoles, de manera que el asalto se realizó por 4 puntos: por el lado de Tacuba, 200 soldados españoles con casi 25 mil guerreros tlaxcaltecas; por el lado de Coyoacán, unos 230 españoles con 20 mil guerreros tlaxcaltecas; por el lado de Iztapalapa, unos 190 españoles y 30 mil guerreros provenientes de Chalco, Cholula y Huejotzingo; mientras que, por el agua, en los 13 bergantines, iban 300 españoles, con Hernán Cortés dirigiéndolos.

¿La Malinche fue una traidora a su pueblo?

Se dice que es “malinchista” alguien que prefiere lo extranjero a lo nacional, esto derivado del apodo “Malinche” que popularmente se le da a Malintzin, la inteligente y preparada hija de un cacique de lo que hoy es Tabasco, y que fue una de las mujeres que los indígenas le regalaron a Hernán Cortés después de la batalla de Centla.

Como Malintzin no era azteca, no “traicionó a su pueblo”. Más bien ella había visto la expansión del yugo mexica por la región sureste, y al colaborar con los españoles parece ser que buscaba proteger a su verdadero pueblo del dominio azteca, como señala el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.

¿Los tlaxcaltecas sí fueron traidores a México?

México no existía, así que no hubo ninguna traición hacia nuestro inexistente país por parte de los tlaxcaltecas o demás pueblos que se aliaron con los españoles: Texcoco, Totonacapan, Xochimilco, Tlatlauquitepec, Huexotzinco, Atlixco, Cholula, Chalco, Alcohua y tepanecas, entre otros.

Cuando Moctezuma Xocoyotzin gobernaba, logró conquistar unas 450 poblaciones, entre ellas 48 ciudades grandes para la época. Una vez sometidas, debían pagar tributo tanto económico como de personas para sacrificios humanos.

Los pueblos conquistados ansiaban liberarse de este yugo, por eso muchos de ellos lucharon al lado de los españoles.

¿Los sacrificios humanos indígenas son un mito?

Increíblemente, y a pesar de la multitud de evidencias arqueológicas e históricas, aún hay quienes se empeñan en negar que había sacrificios de personas.

Explica el arqueólogo Diego García que el sacrificio humano fue una constante entre los pueblos mesoamericanos desde sus orígenes, pero que el pueblo azteca fue el que llevó la costumbre del asesinato ritual hasta su máximo desarrollo, pues había gran variedad de formas espantosas para ofrendar vidas humanas a los dioses.

Entre los historiadores oficialistas se pretende justificar la práctica de estos sacrificios humanos bajo el pretexto de que “era su costumbre”, “su cosmovisión”, que eran “para dar vida”, etc. Pero, tal justificación es una forma de aceptar el relativismo moral. Los sacrificios humanos violan el derecho a la vida y contradicen la ley natural que Dios puso en el alma de todas las personas de cualquier lugar y época.

La religión inventada por los gobernantes y sacerdotes aztecas, exigiendo sacrificios humanos para que el sol siguiera saliendo, continúa D. García, fue un caso obvio de manipulación religiosa en la que el mito tenía la función de legitimar al grupo en el poder, justificar su conducta violenta y alentar el expansionismo imperialista.

¿Los aztecas eran caníbales?

Aún insisten algunos que el canibalismo azteca es “una de las mentiras más atroces”, “algo que definitivamente la ciencia no puede validar”, y que, si así fuera, los mexicas no hubieran padecido “la mortal hambruna” durante el largo sitio de Tenochtitlan pues “la disponibilidad de cadáveres frescos de guerreros muertos en batalla habría bastado para alimentar a la población por meses”.

A esto hay que responder que el canibalismo azteca era de carácter ritual, es decir, siempre ligado a los sacrificios humanos ofrecidos a sus dioses; así que no se comían a cualquiera ni sin motivo.

La evidencia arqueológica es clara. Por ejemplo, resultados dados a conocer en 2015 por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, arrojaron que en 1520 unas 550 personas, entre los que había 15 prisioneros españoles, 50 mujeres indígenas, diez niños indígenas y otros 350 indígenas que eran aliados de los españoles, entre los que había mayas y gente de otras etnias, fueron encerrados y alimentados por meses antes de ser torturados, sacrificados a Hutzilopochtli y comidos por el pueblo.

La razón por la que los españoles prohibieron el cultivo del amaranto en México fue porque era un elemento de los rituales paganos: este semi-cereal era mezclado con la sangre de los seres humanos sacrificados, y así se formaban las piezas que hoy se conoce como «alegrías» (actualmente hechas con miel o melaza en lugar de sangre), que toda la gente comía.

¿Hubo un genocidio español en América?

Genocidio es la aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos.

Entre los indigenistas e izquierdistas se promueve hasta la fecha el mantra de que “el 12 de octubre de 1492, con la llegada de Colón a América, inició el genocidio más grande de la historia”, pues “al menos 90 millones de indígenas fueron exterminados por los malvados españoles”.

La población española llegada a América durante la primera mitad del siglo XVI, época de la conquista y del supuesto genocidio, no pasó de las 50 mil personas. Teniendo en cuenta que en esa cifra había mujeres y niños, suponiendo que entonces eran 40 mil los varones adultos, y considerando lo dicho por historiadores más moderados, que calculan que en esa época no murieron 90 millones de nativos, ni tampoco 56 millones como otros dicen, sino unos 30 millones, si tales muertes fueron por “genocidio”, significa que cada varón adulto español buscó, capturó y asesinó a 750 indígenas en promedio, lo que equivale a decir que los españoles eran súper hombres.

Investigaciones más o menos recientes calculan que entre el 90% y el 95% de la población nativa murió tras la llegada de los europeos a América, pero la inmensa mayoría por la viruela y otras epidemias que accidentalmente los fuereños trajeron consigo.

¿La Iglesia y España deben pedir perdón a México?

El actual presidente de México ha exigido a la Iglesia y a la monarquía española pedir (equivocadamente él dijo “ofrecer”) “una disculpa pública a los pueblos originarios que padecieron de las más oprobiosas atrocidades para saquear sus bienes y tierras y someterlos desde la conquista de 1521”.

Si tal cosa se pretende, también habría que exigir a los descendientes de los aztecas que se disculpen con los pueblos a los que conquistaron, sometieron y saquearon de formas atroces en el Valle de México.

Además, los descendientes de los españoles que conquistaron lo que hoy es la nación mexicana no habitan en España sino en México.

En cuanto a la Corona española, ésta protegió legislativamente a los indígenas, por lo que los abusos no venían de una orden o complacencia de los monarcas.

Y lo mismo se aplica para la Iglesia: no existe doctrina que permita despojos, asesinatos u otras injusticias; si los bautizados lo hacen, la Iglesia no es la culpable sino ellos. Se dice que la Iglesia es “santa y pecadora”, pero Benedicto XVI ha denunciado la falsedad de esta aseveración: la Iglesia es siempre santa. Por eso Juan Pablo II, refiriéndose a la conquista de América realizada por los europeos, pidió perdón no por los pecados de la Iglesia sino por los pecados de los hijos de la Iglesia que actuaron mal.

TEMA DE LA SEMANA: “QUÉ SI Y QUE NO FUERON SITIO Y CAÍDA DE TENOCHTITLÁN”

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 23 de mayo de 2021 No. 1350

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