Marta Yanet Moreno, mejor conocida como “Sor selfie” es una religiosa católica de la congregación De Jesús María; es docente y licenciada en biología; tiene dieciocho años de pertenecer a la comunidad religiosa y es una consagrada feliz, plena en todo lo que hace, como lo dice ella. Además de estar plenamente enamorada de Dios, ahora trabaja en una especialización en ambientes virtuales. En esta edición de El Observador conversó con nosotros para hablar de la tarea evangelizadora en las redes sociales.
Por Mary Velázquez Dorantes
¿Cómo se describe sor Marta?
▶ Soy una mujer sencilla, trabajadora, muy entregada y apasionada por Cristo y por la humanidad.
¿Cómo nace el deseo de convertirse en religiosa?
▶ Mi vocación religiosa nace porque soy ex alumna de la congregación a la que ahora pertenezco, pero también porque mi mamá nació en una comunidad cristiana y desde muy pequeñita mi madre nos llevaba a la eucaristía todos los domingos. Un día de esos entramos a un grupo que se llamaba Infancia Misionera, entonces, desde los seis o siete años yo ingresé al grupo, lo dirigían unas religiosas de la parroquia y a mí me encantaba ver a las monjitas de mi grupo, y decía: “cuando sea grande voy a ser como ellas”.
En mi caso particular la vocación me llegó desde muy pequeña. Hay otros casos en que las religiosas no pensaban serlo y luego a través de muchos signos y gestos del amor de Dios deciden entregar su vida a la vida religiosa, pero yo no, yo desde pequeña le pedía a mi mamá que me disfrazara de monjita para verme como ellas. Luego en la adolescencia se me olvida la vocación, pero lo vuelvo a retomar porque estaba muy activa en mi parroquia. Cuando ya salgo del último grado decido hacer una experiencia religiosa en donde descubro que existen muchas personas que no conocen a Dios porque no hay sacerdote o religiosas cercanas a ellos.
¿Qué pasaba por su mente?
▶ Yo tenía la fortuna que a diez cuadras de mi casa tenía la iglesia, pero además tenía a las religiosas de mi parroquia y a las de mi colegio. Entonces, estaba recibiendo mucho de Dios. Yo pensaba: “tengo que ver si esto es lo mío”, y no había ninguna pérdida al querer descubrir mi vocación, al contrario, yo veía ganancias porque decía: “si no es lo mío me salgo, y sigo estudiando”, porque además quería ser profesora y se combinó muy bien con lo que ahora soy, una religiosa docente.
Entonces, no perdía nada y realmente ganaba todo, porque además también quedaba casarme o quedarme soltera. Como consagrada llevo trece años y soy feliz, si volviera a nacer volvería a ser religiosa.
¿Qué ha sido lo más difícil de evangelizar en éstos tiempos?
▶ Creo que lo difícil de pronto ha sido sacar los espacios, porque en la vida religiosa lo principal es nuestro apostolado, que en mi caso es la educación; desde mi postura he combinado la evangelización en redes con la educación.
Por otro lado, ha sido difícil que muchos católicos que tienden a ser muy tradicionalistas, vean que realmente las redes sociales son una nueva manera de llegar a aquellos que están alejados de la iglesia, y que luego ellos mismos los ataquen. Yo no he vivido esto porque mis compañeras religiosas apoyan el trabajo de salir a las nuevas periferias existenciales, que son las redes sociales. Cuesta el crear el contenido, también cuesta la creatividad para hacer dicho contenido.
¿Cómo podemos seguir a Cristo en las redes sociales?
▶ Yo creo que la tarea de todo bautizado, de todo cristiano, es comunicar el amor de Dios a otros, esa es la tarea evangelizadora de todos. Es una tarea de dar testimonio de vida cristiana a través de nuestro ejemplo, es una vida plena y feliz a pesar de las dificultades que podemos vivir.
¿Cómo invitar a los demás a enamorarse de la vocación religiosa?
▶ Hay que mostrar el rostro alegre de la vida consagrada, quizás por eso salí a las redes. Ser alegres, espontáneos y entregados. Podemos ser religiosos y también hacer otras cosas al mismo tiempo a través del testimonio de vida, con oración y con matrimonios que cultiven el amor a Dios en las familias.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 3 de octubre de 2021 No. 1369