Por Mario De Gasperín Gasperín, obispo emérito de Querétaro

Tres son las manifestaciones de Jesús que acabamos de celebrar: Al mundo, mediante la estrella a los sabios de Oriente; al pueblo de Israel, por su bautismo en el Jordán; y a sus discípulos durante una boda, en Caná, con la presencia de María. Anoto aquí unos puntos para reflexionar:

1. El Escenario

San Juan es un teólogo, no un reportero de sociales. No nombra a los novios de la boda en Caná. Los protagonistas son Jesús y María. María ya está allí, como mujer llena de iniciativa, dueña de la situación. Jesús llega como invitado, junto con sus discípulos. Hay servidores anónimos, un coordinador despistado, vino corriente y algún sobrepasado.

2. El Milagro

Este “milagro” no es para remediar enfermedades ni para curar a nadie. Es para alegrar la fiesta. En una fiesta de pueblo no se mide el derroche: 600 litros del mejor vino. Jesús llega para alegrar la vida y a decirnos quién es él. Es el animador de la fiesta con el vino nuevo, sabroso, que alegra el corazón. Es la llegada festiva del evangelio anunciada por los profetas.

 3. El Primer Signo

San Juan llama al milagro de la conversión del agua en vino signo, manifestación de la gloria de Dios en Jesús, pues allí comenzaron a creer en él sus discípulos. Esta fe en Jesús comienza con un acto de obediencia, ordenado por María: Hagan lo que él les diga. Ella lo hace porque tiene autoridad, pues es la dichosa porque creyó. La fe corresponde a la persona del Hijo. A ella la intercesión.

 4. El Contraste

Seis tinajas de piedra, vacías, para la purificación ritual de los judíos. No llegaban a siete, a la plenitud; y hubo que llenarlas hasta el borde. Había que completar y dar plenitud a la Ley de Moisés con la gracia de Cristo. Cesa la Ley y comienza el Evangelio; cesa la letra que mata y comienza el Espíritu que da vida.

5. Madre e Hijo

La respuesta de Jesús a su madre: Mujer, ¿qué a ti y a mí? Es desconcertante, como compleja fue la relación de María con su Hijo. Simeón le habló de una espada de dolor y, a los 12 años, su reclamo en el templo: Hijo, ¿por qué has hecho esto?, y la respuesta: ¿no sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?, no parecen muy comedidas. María tiene que ir creciendo en su fe, en la comprensión de su misión como toda madre con sus hijos.

 6. La Hora de Jesús

La hora de Jesús es su tiempo entre nosotros: El día tiene 12 horas y, mientras haya luz, nadie le impide su camino, decía Jesús. “En Caná ha llegado la hora de dar un signo, pero no la hora del cumplimiento, que se realizará en el Calvario”, comenta el cardenal A. Vanhoye, s.j.

7. Al Tercer Día

Esto sucedió tres días después de su bautismo. Los Tres Días que durará el bautismo definitivo de Jesús con su sangre en el Calvario. Esta es la Hora del cumplimiento del Misterio Pascual. Y allí estará la Madre de Jesús, llamada ahora por él Mujer, dispuesta a recibir al discípulo como hijo. Allí el Esposo se desposa con la humanidad, que ya no se llamará “Desolada” ni “Abandonada”, porque la ha purificado con el agua del Espíritu y con la sangre de su Sacrificio –Bautismo y Eucaristía- , bajo la tutela amorosa de su Madre ahora nuestra para siempre. Esta es la fiesta que se prolonga en la Misa dominical y que anticipa las Bodas del Cordero en la Jerusalén celestial a la que, como discípulos, estamos invitados.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 23 de enero de 2022 No. 1385

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