El Pbro. Mtro. José Moreno León, psicólogo y prefecto de Disciplina de la Facultad de Teología o Etapa Configurativa del Seminario Conciliar de Nuestra Señora de Guadalupe, Querétaro, responde al por qué es importante escuchar al que está delante, para así fomentar la integración, la salud mental, la afectividad, la verdad, entre muchos otros aspectos.

Por Rubicela Muñiz

Padre José, ¿por qué a veces resulta tan difícil hacer un alto para escucharnos y escuchar a los demás?

Ciertamente, y lo sufren mucho quienes viven en contextos de las megalópolis, cuyos ritmos de vida están caracterizados por las prisas, la obtención de resultados rápidos e inmediatos. Hemos empobrecido el medio humano de la escucha, en su justa valoración y los hemos considerado como una cosa más, como un instrumento para nuestros fines. Y estamos desaprovechando la riqueza que comporta el otro como un humano integral.

¿En qué beneficia la escucha constante dentro de una familia?

Considero que recuperar la capacidad de escucha en el sistema familiar beneficia en cuanto a que permite: la integración de sus miembros, porque hay mayor conocimiento de cada uno de ellos y permite una atmósfera afectiva, cuya base es el amor y hace más sólidas las personalidades. La escucha en la familia le da su lugar al otro como persona activa que da y recibe: mensajes, informaciones, experiencias etc.

La efectiva escucha en la familia, permite identificar el dolor y el gozo por el que atraviesa la persona. La escucha tiene un efecto preventivo, debido a que permite escuchar otras resonancias sociales de una misma realidad, rompiendo ese soliloquio; sobre todo cuando está en riesgo la vida e integridad de la persona.

¿Qué se evitaría dentro de nuestra sociedad si escucháramos el que está delante?

Se evitaría la superficialidad en las relaciones interpersonales: en la relación conyugal, en las relaciones de padres a hijos, en las relaciones laborales, en nuestras relaciones de Iglesia y en cualquier grupo humano.

Habría una reducción significativa de rasgos de trastornos de personalidad, habría mejores condiciones de salud mental en los ciudadanos, porque se sentirían personas tomadas en cuenta y valoradas.

Se evitaría toma de desiciones precipitadas, impulsivas e irracionales, porque se escucharía a la conciencia, al otro social y al Otro (la voz de Dios), mediante un proceso de discernimiento.

Con la cantidad de información, de tecnología, ¿se está perdiendo esta habilidad?

Se está dejando de practicar de manera efectiva la capacidad de escucha, el hombre de hoy es más pragmático, desarrolla habilidades para estar en la vanguardia de la cultura digital y la inteligencia artificial. Está sumergido en una tendencia global, cuyo acento no está en la antropología desde una perspectiva personalista o integral.

¿Cómo nos enseña el Señor, en su palabra, a darle su lugar a los demás con este verbo tan importante?

La capacidad de escucha es la invitación que se refleja en los textos bíblicos: AT Dt. 6, 4 y NT Mc 12,29, entre otros; al pueblo, cuando Dios habla, revela su voluntad y que ha de ser puesta en la práctica como una forma de garantizar la vida y la prosperidad.

El escuchar en sentido teológico es un proceso complejo que implica la recepción atenta, la propuesta de un plan o proyecto y la respuesta que ha de dar el destinatario.

¿Dónde radica la verdadera escucha?

En reproducir la respuesta esperada a la propuesta hecha por parte de Dios a su pueblo.

En obedecer a la conciencia cuando dicta hacer el bien y buscar la verdad.

Cuando el cuerpo habla, saber escuchar sus expresiones: lenguajes verbales y preverbales, síntomas y signos.

Cuando se escuchan los consensos, que apuntan a la objetividad de la verdad y la justicia, más allá de los intereses subjetivos.

Cuando existe la sensación de haber experimentado un verdadero clima de empatía con los otros de manera recíproca.

TEMA DE LA SEMANA: EL OLVIDADO ARTE DE ESCUCHAR AL OTRO

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 6 de febrero de 2022 No. 1387

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