Por Rubicela Muñiz
Luis Alberto Sánchez González es originario de la comunidad de Bomintzá, del municipio de Tolimán, en el estado de Querétaro, México. Bilingüe en hñöhñö (otomí) y español. Licenciado en Filosofía y Maestro en Estudios Amerindios y Educación Bilingüe, ambos por la Universidad Autónoma de Querétaro, comparte la riqueza y la influencia de uno de los tantos pueblos indígenas que existen en México.
Alberto, ¿qué ha permitido la persistencia de las lenguas originarias?
Más que persistencia, diría que resistencia, las lenguas resisten en sus hablantes. Su resistencia comienza en la casa, cuando los padres siguen hablando a sus hijos transmitiendo historias y saberes; en las calles, cuando el saludo se vuelve una señal de pertenencia y reconocimiento; en el cerro, cuando se enseñan los nombres de las plantas, y, en los mercados cuando el trueque de palabras complementa el intercambio de productos. Su persistencia está, en los espacios donde la lengua sigue estando vigente y viva.
¿En Querétaro, en dónde vemos la huella de los otomíes, su influencia?
Su influencia la vemos por regiones, desde mi perspectiva, en el centro de la ciudad, en las muñecas lele y otro tipo de arte de influencia o procedencia de Amealco. Si pienso en mi región, Tolimán, la vemos en la vestimenta de las mujeres otomíes, en las comunidades o en la cabecera municipal. En la forma de vivir las festividades como día de muertos o fiestas patronales. En las ofrendas que hacemos a los Santos en sus respectivas celebraciones.
Y en números, ¿cuántas personas hablan otomí en México y en qué regiones?
El otomí es hablado por 298, 861 (17.212 [5.9%] monolingües), de acuerdo al INEGI. Por su parte el Instituto Nacional de las Lenguas Indígenas (INALI) nos indica que existen alrededor de 307,928 hablantes. Las regiones donde se habla aquí en el estado de Querétaro son los municipios de Tolimán, Amealco, Cadereyta, principalmente.
Hay lenguas como el náhuatl que tienen influencia en los nombres geográficos de México, ¿el otomí tiene influencia en los nombres de las regiones queretanas?
Si, aunque son muy pocas las que han sido asentadas en sus registros oficiales, la comunidad otomí tiene sus propias designaciones para varios lugares, por ejemplo, Querétaro, para nosotros es Maxei, que en una descripción etimológica significa lugar profundo o extensión profunda, o M’onda para México. Si bien, no hay muchos lugares con nombres en otomí, al menos la población donde habitan, se refieren a ellos en su lengua. En nuestro caso tenemos nombres para las comunidades como Mbominza (de donde soy), Xemge, Mbodenthi, Nt’axangu, ‘Woza, entre otras, que hacen referencia a elementos distintivos de esos lugares.
¿La labor que hoy se hace para preservar la lengua otomí, le brinda las posibilidades necesarias para subsistir?
Considero que no. Una lengua lo es por sus hablantes y los ámbitos y espacios donde se reconoce la lengua. Si entendemos preservar como una acepción de guardar, podríamos decir que en las últimas décadas se han realizado esfuerzos por documentar la lengua, y como productos han salido libros, videos, documentales, entre otros, aunque muchos de estos esfuerzos se quedan en el olvido o no llegan a las comunidades de donde salieron.
Si entiendo preservar como mantener vivo, existen regiones donde la lengua ya no se transmite de generación en generación por las migraciones; por la falta de personal capacitado e insumos en las escuelas para enseñar la lengua; por la pérdida de los espacios comunales como la cocina, la milpa o el cerro; por la falta de un paisaje lingüístico donde los hablantes vean su lengua reflejada. Hacen falta iniciativas, tanto dentro como fuera de las comunidades para el fortalecer la lengua, pero, sobre todo de sus hablantes.
¿La memoria indígena y los saberes de estas regiones son bien aprovechados?
Si, puesto que mucho de dicho conocimiento y memoria es de y para la comunidad, al igual que mucho de ese conocimiento pertenece solo a determinadas familias y personas transmitidos de generación en generación. Se aprovechan muy bien en la medida en que son practicadas, repetidas, dichas, actualizadas en el quehacer diario de los otomíes.
‘Ñuji (xeni)
Dí tihi, ar ndui ya pa
bí nzo ya hñö ma xitahe.
Dí tihi, ar ñuhyadi,
bí hweti ma hñöhe
ne ma t’ohohe bi ngone.
Por Alberto González
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Camino de la sangre (fragmento)
Corro, al comienzo de los días
que enciende la cabeza de nuestros abuelos.
Corro, al ocultamiento del sol,
que apaga nuestras voces
y de nuestros cerros su boca rompe.
TEMA DE LA SEMANA: “AMÉRICA LATINA: UNA REGIÓN, DOS MUNDOS»
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 20 de febrero de 2022 No. 1389