El contenido de la música ha marcado generaciones, y generado comportamientos peligrosos
Por Raúl Espinoza Aguilera
Cada vez más me sorprende la influencia ideológica que ha ejercido la música popular y sus contenidos en la sociedad. Es verdad que esta influencia es multifactorial porque de la misma manera influyen las series de TV (como Netflix), las películas, los videojuegos, los libros, las redes sociales y demás medios de comunicación.
Los gustos con el paso del tiempo
Cuando era adolescente se notaba claramente el modo de pensar de las personas de la década de los veinte y treinta porque se caracterizaban por tener una sensibilidad cargada de romanticismo. Les agradaba bailar el Charleston o el Foxtrot. Además, les gustaba escuchar las composiciones de Agustín Lara, de Ricardo Palmerín, de Guty Cárdenas, de María Grever. O bien, las interpretaciones de Emilio Tuero, Pedro Vargas, “Toña La Negra”, María Luisa Landín, Libertad Lamarque, Sarita Montiel.
O si les agradaba la música ranchera, preferían escuchar a Tito Guízar, a Jorge Negrete, a Lola Beltrán, a Pedro Infante o a los Tríos. En los años posteriores a José Alfredo Jiménez, Javier Solís y Lucha Villa donde los problemas sentimentales se resolvían en la cantina desahogando sus penas con un grupo de amigos. Como dice aquella canción de José Alfredo: “Quien no llega a la cantina exigiendo su tequila, / exigiendo su canción” (“Tu Recuerdo y yo”), que sin duda promocionó en algunos la afición por el alcoholismo.
En México y Latinoamérica floreció la música tropical procedente, sobre todo, de Cuba y Brasil: como la Cumbia, el Cha, Cha, Cha o el Mambo. Ritmos alegres y contagiosos por naturaleza. Destacaron Celia Cruz (“La Guarachera”), la Sonora Matancera, la Sonora Santanera o Dinamita. Se respiraba un ambiente optimista y lleno de entusiasmo. Nadie suponía que el 1 de enero de 1959 el líder guerrillero comunista, Fidel Castro, impondría en Cuba un régimen dictatorial que acabaría con las libertades ciudadanas, cometiendo infinidad de crímenes abusos contra los derechos humanos.
Cambio ideológico
En la década de los sesenta vino el cambio ideológico, una evolución en las modas y costumbres; con una inesperada revolución en el modo de pensar, de actuar y una brusca ruptura contra lo establecido por las generaciones anteriores. Esto se apreció en el mayo de Francia de 1968 y en muchos otros países como México, Alemania, Italia, Gran Bretaña…
El caso de Estados Unidos considero que fue un completamente aparte porque se comenta que algunos profesores de la Universidad de Stanford (ubicada a 56 kilómetros de San Francisco.) influenciados por las teorías del escritor Aldous Huxley (1894-1963) y autor de los conocidos libros Un Mundos Feliz, Las Puertas de la Percepción, Contrapunto, etc., propuso la experimentación con la droga L. S. D. (dietilamida del ácido lisérgico) que altera el sentido del espacio, la distancia y el tiempo, con sensaciones extrañas y emociones fuertes y cuyo efecto puede durar hasta 12 horas. Se trata de una droga alucinógena.
Estos profesores la consumieron y animaron a algunos alumnos de esta universidad a consumirla también. De ahí mismo nació el movimiento “Hippie” con su lema de “Haz la Paz y no la Guerra”. Se trataba de una ideología que proponía un cambio de actitud frente a los gobernantes que promueven el belicismo, de mantener una armonía con la naturaleza y el cosmos.
Fue tan intenso el “bombardeo psicológico” en los jóvenes a través de los medios de comunicación, particularmente en la música, que llegó un momento en que muchos jóvenes deseaban experimentar con las drogas alucinógenas y también con el peyote, la marihuana, la cocaína, la heroína y fue impresionante el número de víctimas que fallecieron por sobredosis de drogas como Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison (vocalista de “The Doors), Brian Jones ( del grupo “The Rolling Stones”), Syd Barret (líder, cantante y compositor de la banda inglesa “Pink Floyd”), Keith Moon, baterista del grupo “The Who”, Kurt Cobain, cantante del grupo “Nirvana” quien se suicidó.
Muchos otros actores, actrices, cantantes más recientes y figuras del espectáculo murieron por sobredosis. Y, por supuesto, millares de jóvenes en todo el mundo. Este es el resultado de una generación que quiso cambiar el mundo, con lo establecido cuanto antes (“hoy y ahora”) y escogieron la pista falsa de las drogas o la adicción alcohólica.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 13 de marzo de 2022 No. 1392